Capítulo 12

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Maya


Estoy nerviosa mientras espero que se actualicen las calificaciones de fin de ciclo.

Miro con envidia como Honey duerme comodamente a mi lado y es que ¿quién no desea tener una vida de gato? Comer, dormir y jugar, todo el día, todos los días. Acaricio su cabecita y comienza a retorcerse con el contacto.

Mi celular comienza a sonar. No recuerdo tener nada en particular que hacer hoy. El único que suele llamarme es Noah. Al revisar mi teléfono observo que no es ningún número que conozca. Por un momento dudo si responder o no, pero al final decido hacerlo.

—¿Hola?

—¿Maya? —Escucho una voz que reconocería en cualquier lugar. Tom Kiev era la persona más cercana en la que podía pensar como una figura paterna. A pesar de que ningún lazo por el estilo nos unía había estado presente en el orfanato desde que tengo memoria.

—¿Tom? ¿Cómo has estado?

—Volviste a hablar mi niña. —No puedo evitar conmoverme con la emoción de su voz y al mismo tiempo de sentirme culpable por no haberlo contactado antes—. No sabes la alegría que me da poder escucharte de nuevo.

—Si, me costó un poco hacerlo, pero ahora estoy mucho mejor.

—Me alegro mucho por ti, mi niña.

—¿Tú has estado bien? —pregunto una vez más.

—Pues tanto como mi edad me lo permite. —Algo en su forma de decirlo no me convence del todo. Antes de que pueda decir algo más, añade—. ¿Tienes algo de tiempo esta noche?

—No tengo nada planeado.

—¿Quisieras venir al bar? Hay algo de lo que quisiera hablar contigo personalmente. —Su tono serio quería decir que se trataba de algo realmente importante.

—Claro. ¿A qué hora te gustaría que fuera?

—¿Está bien a las 7pm? Es algo temprano, pero no habrá mucha gente aquí.

—Perfecto estaré ahí.



Como de costumbre el bar de Tom atrae a toda clase de clientes. Sin embargo, no era un lugar de libre acceso. Era uno de los lugares más exclusivos de toda la ciudad y es que casi todas las noches había por lo menos un invitado ilustre. Los mejores cantantes se habían presentado en ese escenario para el más selecto grupo de personas, por eso es que, Tom se había ganado el nombre de gurú de la música, se decía que cualquiera que tuviera su apoyo o se presentara en este lugar era como el ticket dorado de Willie Wonka, tenía el éxito asegurado. Y es que Tom conocía a la crema y nata de Los Ángeles y no dudo ni un momento que sus contactos involucraran a todo el país.

Es difícil de creer, pero yo no tenía ni la más mínima idea de esto hasta hace poco más de un año. En el momento que llegué a París uno de mis maestros se sorprendió que Tom hubiera sido parte de mi jurado de graduación de Colburn, en ese momento no entendía la importancia que tenía eso. Hasta que me explicaron la relevancia que tenía su nombre en mi curriculum no habría pensado que el hombre sencillo y despreocupado que he conocido toda mi vida era alguien tan importante.

Llego hasta la entrada donde un miembro de seguridad pregunta por mi nombre para verificar si estoy en la lista de invitados. Y bueno, si tomo en cuenta que vine vestida bastante sencilla, supongo que no debería sorprenderme que lo dude. Mientras espero, un hombre alto, vistiendo de traje azul marino y perfectamente peinado se acerca hasta la entrada.

SAGA LUX III | Los colores de TimaeusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora