Capítulo 1 - Loto marchito.

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Se decía, que en el mundo del cultivo, ninguna familia quedó nunca tan rota como la de YunmengJiang. Desde los cimientos del Muelle de Loto hasta el aliento de la familia que ahí residió, todo fue cruelmente destrozado.

Decían también que el último integrante original del clan, el Líder Jiang Cheng, se iba convirtiendo poco a poco en un triste loto marchito y que la única razón por la que no terminó perdiendo toda cordura fue gracias al bebé que por las noches cuidaba con esmero.

Los ropajes púrpura fueron cambiados por el blanco ceremonial para rendir respeto a los muertos.

Cuando sus padres fallecieron no tuvo ni tiempo ni lugar para hacerlo, no porque no quisiera, sino porque los estaba vengando. Fue hasta después de reconstruir su hogar que pudo poner las tablilla para ellos y quemar incienso.

Unos años después era su adorada Shijie a quien le entregaba sus respetos y sus lágrimas mientras la varita de incienso ardía y sostenía entre sus brazos al pequeño de un mes de nacido. Un bebé que había sido fruto del amor entre ella y el joven amo Jin y que se convertiría en su razón para seguir y no dejarse perder por completo el odio.

Cuando Wei WuXian murió no colocó tablilla alguna para él.

Primero, por todo el dolor y la ira que le estaba carcomiendo el pecho. Sentía que Wei WuXian le había arrebatado a su familia y al final también había decidido irse él, dejándolo sólo, faltando a su promesa de estar siempre juntos, espalda con espalda, protegiendo a Muelle de Loto.

Segundo, algo en él le aseguraba que volvería de entre los muertos, ¿Qué? No tenía idea pero la certeza estaba ahí, el Patriarca Yiling regresaría y él lo estaría esperando para rendir cuenta y hacerlo pagar por todo lo que había corrompido y destrozado.

Otra cosa de la que se hablaba era la comparativa entre el Receso de las Nubes y Muelle de Loto. Ambas sectas se hundieron en llamas, perdieron a su líder y muchas vidas pero, aun así, al menos los Gemelos Jade de Gusu seguían juntos y su tío todavía estaba ahí para ellos, como siempre lo había estado.

Pero, Jiang Cheng ya no tenía a nadie en quien apoyarse, nadie con quien compartir momentos de hermandad, nadie que lo mirara con amor profundo mientras le preparaba un tazón vaporoso de sopa caliente. La mejor sopa de raíz de loto que alguna vez se pudo hacer y que su sobrino jamás tendría el privilegio de probar.

Ni siquiera podía recibir ya la mirada dura de su madre o el poco interés que sentía de parte de su padre.

Se encontraba tan sólo en un lugar tan amplio y vacío en el que alguna vez hizo tantas travesuras.

Al menos los cielos tuvieron la decencia de apiadarse un poco de él cuando Jin Ling, su pequeño sobrino, terminó siendo acunado entre sus brazos y trajo consigo vida y claridad.

Fueron noches largas, pesadas, llenas de angustia y desesperación en las que Jiang Cheng estuvo en vela cuidando que estuviera limpio, que no tuviera hambre, que no se enfermara, que no llorara. Era un hombre lleno de ira junto a un bebé que pedía a llanto estruendoso el calor de su madre y la vibra llena de orgullo hacia él de parte de su padre.

Entonces, por las noches se escuchaba el llanto de dos niños dentro de una habitación oscura, los dos niños pedían por Jiang YanLi y lloraban hasta caer rendidos. Y, al llegar la mañana, sólo uno de ellos seguía siendo un bebé y el otro tenía que convertirse nuevamente en un adulto lleno de responsabilidades que intentaba ocultar su miedo en una actitud arrogante y antipática.

Los meses en los que Jin Ling vivía en Muelle de Loto eran los meses en los que Jiang Cheng podía respirar y encontrar calma. Los otros, cuando se quedaba solo, toda la ira volvía y se convertía en un ser implacable que andaba por ahí, buscando entre las sombras, como un perro de caza.

Purpúreas nubes de loto | Lan MeiLing | C A N C E L A D ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora