Capítulo 2 - Fragmentos de jade.

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En el Receso de las Nubes el guqin dejó de reverberar en busca de un amor perdido, y otra sinfonía comenzó. En un lugar solitario, alejados de todo, esa nueva canción salía de la garganta del Primer Jade Lan mientras los lamentos hacían juego con la melodía, pero. a diferencia de otra composición hecha, esa sólo apesadumbraba el corazón.

Era el llanto la nueva canción y un nuevo Jade quien repercutía.

Y es que con el paso de la vida Lan XiChen se fue convirtiendo en un fuerte cúmulo de emociones escondidas; guardando todo para sí mismo desde que comprendió que su familia jamás estaría junta, desde que su madre murió, desde que su hermano se hundió en el vacío, desde que sus dos Hermanos Jurados se destrozaron sin que él pudiera hacer algo para evitarlo.

Así que ahora que todo había caído de golpe sobre él ya no podía aguantar más, simplemente todo dentro se le desmoronó a tal grado de no querer hacer más que dormir. Si dormía su mente no lo atormentaría, la figura de su hermano convertido en un cadáver feroz no estaría rebosante en su mente ni tendría aún la sensación de su espada enterrándose con fuerza en el corazón de Jin GuangYao.

Lan XiChen deseaba dormir para olvidar pero a veces ni eso lo salvaba. Los ojos rojos de Nie MingJue aparecían en sus sueños como reclamando que no lo haya escuchado las veces en las que le advertía que Jin GuangYao no era en realidad lo que mostraba ser.

En otras ocasiones era el mismo Jin GuangYao el que aparecía con una sonrisa amable y poco a poco se transformaba en una risa fea, arrogante y mentirosa, después, lloraba suplicando perdón, su perdón, para volver a jugar con él una vez más.

Parecía que en la Secta Gusu Lan existía una maldición que caía sobre la línea principal. Los hombre Lan siempre terminaban sufriendo y con el corazón roto.

Años atrás había sido su padre el que vivió en confinamiento al no poder estar con su esposa. Su tío también sufrió con todo lo que recayó sobre sus hombros. Su hermano lloró durante trece largos y tormentosos años por la memoria de un hombre que había amado con todas sus fuerzas. Ahora él, que no había hecho más que confiar ciegamente, era el que se hundía profundo entre la sucia maleza.

Cuando su madre murió su tío entró a su habitación al amanecer, Lan XiChen reconoció el cambio en la expresión del hombre y le preguntó:

—Tío, ¿Ha sucedido algo?

Lan Qiren había guardado silencio durante unos segundos, parecía estar buscando las palabras correctas para explicarle que su madre había muerto.

—... se ha ido...—le dijo.

Lan XiChen estaba seguro que algo más había salido de la boca de su tío pero no lo pudo escuchar. Sólo sintió que algo se presionaba contra su corazón pero no sabía qué, o quizá no lo había entendido a primera instancia. Si su madre se había ido, tenía que regresar, ¿No?

—¿Vendrá pronto? —preguntó en voz baja.

—No lo hará —la tristeza que se percibía en la voz de su tío se debía principalmente a tener que darles una noticia así a sus sobrinos.

Si bien nunca hubo gran convivencia con Madam Lan y su destino y su partida era algo triste, lo que era más triste para Lan Qiren era el pensar en Lan XiChen y Lan WangJi, ¿Cómo les decía a esos pequeños niños que ya no verían a su madre?

Lan XiChen lo entendió solo unos segundos después. Su madre se había ido, se había muerto y ya no tendría oportunidad de abrazarla cada fin de mes y decirle lo mucho que la había extrañado. Tampoco podría hacerle saber que Lan WangJi casi no dormía los días antes de que fueran a verla porque la emoción no lo dejaba y que a él le parecía muy tierno ver que su hermanito se ponía así.

Purpúreas nubes de loto | Lan MeiLing | C A N C E L A D ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora