CAPÍTULO XXVII

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CUANDO CONOZCAS A TU HIJA, ENTENDERÁS QUE SOLO DEBES SER LA MEJOR VERSIÓN DE TI MISMO PARA SER UN PADRE PERFECTO.

Una mujer hermosa, inteligente, emprendedora, instintiva, de buen corazón y carismática no siempre es sinónimo de mujer exitosa en las relaciones amorosas. Las mujeres bellas e inteligentes son escasas, y cuando un hombre promedio se encuentra con una, no sabe qué hacer.

Los ejemplares de hombres promedio que existen en el mundo casi siempre se ven atraídos por este tipo de mujeres, y viceversa. Al principio puede parecer que la inteligencia es el atributo que más valoran de una mujer y por el cual se enamoran, pero después el tiempo les demuestra que las mujeres inteligentes son difíciles de manejar y capaces de resaltar en ellos sus propios temores, su propia mediocridad y machismo.

¿Cuántos hombres pueden aceptar y alegrarse de que la mujer resalte y brille más que ellos? ¿Cuántos pueden tolerar que otros admiren, vean, se enamoren y se deleiten de la mujer que tienen al lado? ¿Cuántos pueden dejar a un lado su ego masculino y aceptar que el éxito, la inteligencia y la vistosidad no tienen sexo, y en vez de sentirse frustrados o anulados ante el encanto que derrocha una mujer inteligente y bella, se sientan retados para mejorarse a sí mismos?

Así habían sido, desafortunadamente, los dos hombres que habían pasado por la vida de Catalina Ángel, la bella y emprendedora mujer que hacía honor a su apellido. Cata, como la llamaban todos los que la querían, era una mujer de 40 y tantos años, dueña de su propia empresa de asesoría en comunicación y relaciones públicas, que desde los 22 años que recibió su título, no había parado hasta alcanzar sus sueños como profesional.

En la universidad se destacó como una excelente estudiante, no solo porque era aplicada, sino porque tenía una visión práctica de su oficio, que a todos los docentes fascinaba, además de un espíritu autodidacta que la hacía ir delante de sus compañeros de clase. Empero, más allá de eso, lo que más atraía de ella era la deliciosa combinación de su personalidad cálida, carismática y su belleza física, algo poco común de encontrar, al menos no de forma genuina.

Desenvuelta, gentil, risueña, justa y con mucha sabiduría y elocuencia para hablar, Catalina dejaba encantados a todos, especialmente a los hombres, que rara vez se acercaban a ella con otras intenciones que no fueran coquetear o buscarle el lado débil o imperfecto que a simple vista parecía no tener. Para algunos de estos hombres, las mujeres como ella solían ser las más ardientes en la cama y esa curiosidad les decantaba en malos pensamientos, incluso, en frustraciones al no poder acceder a ella, aun aparentando solo intenciones profesionales.

¿Solo este tipo de hombres se acercaban a Catalina? ¡No!, también se encontró con hombres agradables, buenos, que le coqueteaban y le halagaban su belleza, pero que también la respetaban por su inteligencia y criterios y no pensaban en ella como un reto a conquistar o alguien que debían llevarse a la cama por todos los medios. Uno de esos hombres que se decantó con ella desde la primera vez que la vio fue Roberto Mendoza, primero dejado llevar por sus atributos físicos, indudablemente atractivos, y después por sus capacidades profesionales. No obstante, Roberto era un hombre que respetaba demasiado a todas las féminas (estaba acostumbrado a estar rodeado de beldades), sobre todo a su amada esposa, Margarita, y, además, tenía muy en alto el valor del matrimonio, por lo que jamás se permitió dar rienda suelta a su instinto, logrando así, vencer muchas tentaciones. De esa relación profesional entre ellos entonces fue naciendo una más estrecha, digamos que una amistad, entre Catalina y los Mendoza y Valencia, que venían a ser prácticamente una sola familia.

Roberto siempre fue muy correcto como esposo y como presidente de Ecomoda, antes y después de conocer a Catalina, por lo que Margarita nunca se sintió amenazada por la belleza y el trato amistoso que su esposo le prodigaba, y que después ella le prodigó al tratarla y conocerla mejor. Catalina tampoco nunca se dio cuenta que Roberto pudiera haber sentido una atracción fuerte por ella y posiblemente nunca lo sabría.

YSBLF_ El Matrimonio (Parte II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora