Capítulo XXVIII: [Golpe imprevisible]

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DUSTIN

Me lo había esperado más difícil, pero Neru empezó a hablar con Beatrice y pareció surgir todo bien.

Beatrice empatizaba bien con las adolescentes desde que su hija murió, por lo que me seguía odiando muy en el fondo.

Escribí a Lars contándole que todo estaba yendo bien.

La visita acabó antes de lo previsto, pero había conseguido que Beatrice le contara la misma versión que yo a Neru, llegando a nombrar que a la loca de su hija a veces se le iba la cabeza y amenazaba con cuánta cosa.

No quería relajarme, antes de morir me fue muy clara diciéndome que aunque pasaran los años tenía un as bajo la manga que usaría incluso a dos metros bajo tierra.

Beatrice no había soltado nada, comenzaba a pensar que debía de no saber nada o ocultarlo muy bien. De todos modos mis madres la tenían comiendo de su mano.

—Pronto iremos a Grecia a celebrar el tercer aniversario de la muerte de Kenzie, nos veremos por esas fechas —dijo Beatrice.

—No lo dude —contestó Neru.

—Allí estaremos —dije y me miró con una sonrisa que sabía que era forzada.

Nos acompañó hasta la puerta y se despidió.

La mujer vivía amargada desde que quedó, según sé, quedó viuda y se mudó a este pueblo al heredar el dinero.

—¿Qué tal? —pregunté.

—¿El qué? —Neru me miró

—Beatrice.

—Parece amable —se limitó a decir.

—¿Nada más? —elevé una ceja.

—Ha sido cortés —la miré unos segundos.

La lluvia había cesado, pero no tardaría en volver a caer.

—¿Podemos darnos prisa en llegar? Hoy actualizan el catálogo de las series y pienso verlas hasta la madrugada.

—Pero mañana hay clase —recordé.

—No importa, las series lo valen.

—Vas a tener que esperar, me apetece un refresco.

A regañadientes tuvo que aceptar.

Era mentira, pero quería molestarla. En el fondo me gustaba joderla.

Salimos de la casa de Beatrice y me dirigí a una gasolinera, no hacia falta decir que estas no tenían nada que ver con las de mala muerte que te podías encontrar en cualquier otro lugar del país.

—¿Quieres algo? —pregunté al ver como observaba todo a su alrededor.

—No —se cruzó de brazos.

—No se te da bien mentir.

—Pues comprame agua —la miré. Llevaba el uniforme de la autoescuela, algo que nunca entendería por qué nos lo mandaban a poner —. Quiero llegar en cuanto antes.

—Normalmente me suelen pedir la mitad de lo que vean, pero siendo tú no me extraña.

—¿Qué quieres decir? —elevó una ceja.

—Nada. Vas a tener que esperar, quiero pizza —frunció el ceño.

Molestar a Neru iba a ser mi pasatiempo de hoy.

NERU

Este chico estaba peor que una embarazada con sus antojos.

Después de comprar fuimos hasta una pizzería.

El secreto de los CliffortTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang