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Bajé de la limusina aún molesta. Molesta con Liam, con Harry y conmigo misma, sencillamente con todos.

Me fastidiaba pensar que en cierto punto sabía que Liam tenía algo de razón. La brillante pregunta que se le había ocurrido hacerle a Harry había derrochado estupidez, y como tal, si uno de los dos iba a actuar infantilmente, al otro le habría correspondido hacer un pequeño esfuerzo para no ponerse a su altura y demostrar algo de madurez, mostrando indiferencia. Sin embargo, ambos eran igual de explosivos e intolerantes, por lo que no me extrañaba del todo que hubiesen llegado a los golpes tan fácilmente.

Había sido una noche de porquería. Me sentía mal, cansada, y pese a ello no era capaz de ir a dormir sin hablar antes con Harry. Me di cuenta de lo mal que había hecho en cuanto Liam comenzó a narrarme el origen de la pelea, jamás debí haberlo dejado ir solo.

Saludé a Lorenzo y e inmediatamente le pregunté por Harry, a lo que me respondió que se encontraba en su despacho pero que aparentemente no estaba de humor como para recibirme. Sin importar su advertencia, subí las escaleras y recorrí los pasillos correspondientes hasta llegar a dar con la puerta de su estudio.

Cuando entré, lo vi sentado en uno de los sillones mientras que Trudy le terminaba de curar la herida de la ceja. Probablemente, en cualquier otra situación me hubiese reído, se veían adorables.

Ambos repararon en mi presencia al instante.

-Buenas noches, señorita Navah -me saludó Trudy, volviendo a retomar su tarea.

-Buenas noches, Trudy -le sonreí.

Harry no dijo absolutamente nada.

-Uhm... Trudy, ¿Podría hablar con Harry a solas? -pregunté tímidamente.

-Por supuesto, señorita Navah -asintió-. Señor Harry, creo que con eso estará bien. Y por favor, no se meta más en problemas.

-Gracias, Gertrudy -asintió, sin prometerle nada-. No era necesario.

Acto seguido, la dama de llaves se apresuró a salir, con ello Harry se puso de pie y se sirvió un vaso de whisky en silencio. Ya cuando se lo sirvió, le dio un largo sorbo, como si eso le fuese a ayudar a pasar el mal rato.

-Harry... -lo llamé, quedamente.

-¿Qué? -espetó, evidentemente molesto-, ¿Qué mierda me vas a decir ahora?

-Harry, lo siento, ¿Si? Sé que Liam lo arruinó, pero es mi amigo y no podía dejarlo así -murmuré, sintiendo la culpa.

-Yo también estaba herido y no te noté preocupada por eso -comentó, encogiéndose de hombros.

-No puedes comparar como quedaste tú a como quedó él -señalé-. Además, tampoco seas cínico. No es como si hubieses actuado con gran madurez.

-Oh, y cuéntame, ¿Qué esperabas que hiciera?, ¿Que me sentara ahí a escuchar sus necedades? Hice lo que pude, Navah. Me quedé ahí aguantando y comportándome únicamente por ti, pero ese idiota agotó todos los límites de mi paciencia, absolutamente todos -replicó, con una voz firme y determinada. Hizo una pequeña pausa y acabó diciendo:- Por cierto, no volverás a ver a ese idiota de nuevo. Te lo prohíbo.

Abrí los ojos con espanto. Sin creerme lo que acababa de escuchar.

-¡¿Te estás escuchando?! -chillé-. Por favor, dime que te estás escuchando.

Él asintió inexpresivamente, llevándose el vaso hasta sus labios otra vez.

-¿Cómo es que esperas que las cosas funcionen entre nosotros si sigues actuando de esta manera? -le pregunté-. No confías en mí, sigues con esa absurda idea de querer jugar conmigo a la casa de muñecas, creyendo que puedes ocultarme y protegerme de quien se te ocurra, cuando en realidad eso no es posible -él permaneció en silencio, mirándome-. Eres inseguro, Harry, cualquiera que te viera o te escuchara pensaría lo contrario, sin embargo, eres increíblemente inseguro.

Million Dollar Man » Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora