『↺Capitulo 16』

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Jungkook caminaba de lado a lado en la amplia sala donde solamente el sonido instrumental de la radio se escuchaba en el fondo.

Era muy noche y Jimin no llegaba.

La angustia comenzaba a llegarle y sobre todo la preocupación. Era inevitable no pensar con negatividad. Y es que... ¿si le había pasado algo? Negó rápidamente con la cabeza y trató de alejar esos pensamientos de su mente, más sin embargo decidió no seguir en la sala e ir por su sudadera a su habitación, dispuesto a irle a buscar.

Cuando finalmente la obtuvo, tomó sus llaves y salió rápidamente de la casa, cerrando la puerta tras de sí para toparse con el infernal frío que daba aquella noche. Miró al frente y paró sus pasos, notando que un carro negro estaba estacionado justo en la cuadra frente asu casa. Quedó de pie mirándole, frunciendo el ceño cuando una preciosa chica de al parecer era de cabello negro, salía de la puerta del piloto para rodear el carro y acercarse a la puerta del copiloto.

Hey, ayúdame — la chica tomó el brazo del pelirubio y lo pasó por su hombro, ayudándole a Jimin que saliera más sin embargo, el rostro lo dejó caer en los pechos de Hwasa, quien rió luego de ello —. Mírate, estás tan ebrio que pudiera robarte y ni cuenta te das.

—N-no... m... est-toy...

— Ya, ya, shh... — Hwasa le acarició tiernamente su cabellera con una sonrisa —, ni siquiera puedes hablar, es mejor que lo dejes así. Anda, ponte de pie para que ya entres a tu...

— Hola, buenas noches — Jungkook le interrumpió con una sonrisa mientras daba una reverencia, provocando que Hwasa agrandara los ojos avergonzada.

— B-buenas — trató de sonreír, inclinando un poco la cabeza para después mirar al pelirubio entre sus brazos, rápidamente llevándolo con el pelidorado —, aquí... ehm...te lo entregó — cerró los ojos negando rápido —, aquí está...joder...

— Gracias — inmediatamente, Jungkook tomó el cuerpo débil del pelinegro para de igual manera pasarle un brazo por el hombro —, perdone la molestia y... — suspiró hondamente, mirándole con una sonrisa a la chica —, nuevamente gracias por traerle.

— No fue molestia, chico, y buenas noches —sonrió finalmente nerviosa, viendo en la mirada del rubio una ola de tristeza que ella misma supo que las cosas no le irían bien al pelirubio.

Se sintió incluso mal y culpable. El tal Jungkook del que Jimin tanto hablaba, era un ser dulce y divino. Todo lo opuesto que Jimin podría ser, también se preguntaba, ¿cómo es que había iniciado su relación? Cuando Jungkook le dejó en la sala de la casa, trató de tragar el enorme nudo en su garganta que incómodamente nacía, para después llevar una mano a su boca, negando con la cabeza mientras cerraba los ojos y por fin las lágrimas caían por sus mejillas. Olerle, visualizarle, no era grato tener que aceptar que estaba ebrio y lo peor de todo, recordar quién le había traído.

Una mujer, mujer que desafortunadamente olía igual que la vez que Jimin llegó oliendo. Era duro y dolía con el alma pensar que Jimin le había sido infiel. Nadie se resistiría a una hermosa chica, lo sabía, pero le dolía.

¿Qué había hecho mal?

Jungkook trataba de siempre complacerle, trataba de acoplarse a como él era. Jimin había sido un sicario excelente en su vida, probablemente él estaba feliz y Jungkook había llegado a arruinársela. Le había quitado su libertad, Jimin seguramente era un mujeriego de primera y tal vez extrañara aquellos andares. Pudiera ser que Jimin le estaba dejando de querer.

Y el sólo pensar eso le dolía más que lo que vivió con su padre.

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EL SICARIO² •〖JIKOOK〗Where stories live. Discover now