Kim SeungMin

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—Prométame que no se irá nunca más

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—Prométame que no se irá nunca más. Lo necesito, lo necesito mucho —le dije. Volvió a mirarme como si me escrutara, pero no hizo ningún comentario.

Después fijó sus ojos en un árbol lejano.

De perfil no me recordaba nada.

Su rostro era hermoso pero tenía algo duro.

Su pelo se veía suave y era de color rojo, casi desgastado.

Físicamente, no aparentaba mucho más de diecinueve años, pero existía en él algo que sugería edad, algo típico de una persona que ha vivido mucho; no canas ni ninguno de esos indicios puramente materiales, sino algo indefinido y seguramente de orden espiritual; quizá la mirada, pero ¿hasta qué punto se puede decir que la mirada de un ser humano es algo físico?; quizá la manera de apretar la boca, pues, aunque la boca y los labios son elementos físicos, la manera de apretarlos y ciertas líneas son también elementos espirituales.

No pude precisar en aquel momento, ni tampoco podría precisarlo ahora, qué era, en definitiva, lo que daba esa impresión de edad.

Pienso que también podría ser el modo de hablar.

—Necesito mucho de usted — repetí. No respondió: seguía mirando el árbol.—¿Por qué no habla? — le pregunté. Sin dejar de mirar el árbol, contestó.

—Yo no soy nadie. Usted es un gran artista. No veo para qué me puede necesitar.

Le grité brutalmente.

—¡Le digo que lo necesito! ¿Me entiende? —Siempre mirando el árbol, musitó.

—¿Para qué?

No respondí en el instante.

Dejé su brazo y quedé pensativo.

¿Para qué, en efecto?

Hasta ese momento no me había hecho con claridad la pregunta y más bien había obedecido a una especie de instinto.

Con una ramita comencé a trazar dibujos geométricos en la tierra.

—No sé — murmuré al cabo de un buen rato—. Todavía no lo sé. —Reflexionaba intensamente y con la ramita complicaba cada vez más los dibujos. —Mi cabeza es un laberinto oscuro. A veces hay como relámpagos que iluminan algunos corredores. Nunca termino de saber por qué hago ciertas cosas. No, no es eso...

Me sentía bastante tonto, de ninguna manera era esa mi forma de ser.

Hice un gran esfuerzo mental, ¿acaso yo no razonaba? Por el contrario, mi cerebro estaba constantemente razonando como una máquina de calcular; por ejemplo, en esta misma historia ¿no me había pasado meses razonando y barajando hipótesis y clasificándolas? Y, en cierto modo, ¿no había encontrado a SeungMin al fin, gracias a mi capacidad lógica? Sentí que estaba cerca de la verdad, muy cerca, y tuve miedo de perderlo: hice un enorme esfuerzo.

Hair Band /HyunMinWhere stories live. Discover now