『Capítulo III: La asignación』

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Dekka es la primera en llegar al punto de encuentro, frente a la entrada del cuartel central. Ha llegado diez minutos antes de la hora por la emoción de cumplir una asignación, sintiendo que ya es parte del ejército luxiano. Nathan es el segundo, el cual se acerca a ella cabizbajo y con los hombros altos, nervioso por tener que compartir con la ordinaria después de los malos tratos que su mejor amigo le brindó. Él siempre fue vulnerable ante Ulrik por todo lo bueno que hizo en su nombre, su timidez no le deja expresar sus sentimientos a otros y el único que los adivina parece ser el pelirrojo agresivo, su amistad es importante para Nate, Ulrik fue su primer amigo y el primero en mostrarle afecto fraternal, convirtiendolos en mejores amigos pese a la gran diferencia de actitudes.

—Dekka... —musita Nathan con la mirada en el suelo, avergonzado por la actitud de su mejor amigo.

—¿Qué sucede? —ella se cruza de brazos, recargandose en el muro.

Dekka no lo odia, pero no puede agradarle alguien que estuvo envuelto en todas sus desgracias como cadete, aunque lo que más le molesta a ella es el hecho de que sea muy sumiso, que nunca actúa de acorde a sus pensamientos sin la influencia de Ulrik, porque para los demás es evidente el poder e influencia que Ulrik tiene sobre él.

—Sobre lo que Ulrik y yo... La verdad es que lo siento —levanta la vista, hay tristeza en los ojos negros de Nathan—. Nunca quise intimidarte por ser quien eras... —ella niega sonriendo sin humor.

—Nathan —le interrumpe sin querer escucharlo—. No te odio, nunca me intimidaste...

—Pero tampoco te brindé ayuda...

—No necesitaba de tu ayuda —desvía la vista de él—. Eras amigo de quién me hizo la vida imposible, no era tu culpa y mucho menos tu deber ayudarme, ahora somos del mismo escuadrón, compañeros —suspira volviendo a poner los ojos en él, viéndolo sonreír débilmente.

La belleza de Nathan siempre fue delicada, afeminada y agradable a la vista de la mayoría en la academia, aquella belleza que cautivó a varias compañeras. Incluso Dekka piensa de igual manera, es una belleza tan angelical que te hace querer protegerlo con tu vida misma, su largo cabello solo le hace ver más encantador.

—Gracias —agradece aliviado, no quiere que su relación previa afecte la nueva.

—Pero eso no quiere decir que vamos a ser amigos —escupe Dekka comenzando a caminar por sus palabras.

Ella cree que fue dura con él después de sus buenas intenciones, pero no le es tan sencillo olvidar su rostro entre la multitud de personas que se burlaban y la humillaban por ser de la “raza inferior”.
Nathan mantiene la vista gacha, con un sentimiento de culpa devorando su corazón. Siente que merece ese trato después de nunca haber hecho algo por ella, de que su timidez y sumisión ante Ulrik le impidiera alzar la voz y dejar claro sus sentimientos, le hubiera gustado ser más valiente, le gustaría ser más valiente.

—Lo siento —susurra Nathan sonriendo débilmente para él mismo, sabiendo que ella no escucharía su disculpa.

—Vivo cerca de ti, no te estoy siguiendo, asno —el reproche de Ekai hace que ambos pongan la vista a su dirección.

—No sabía que la flamita podía ser un acosador —se burla Johan, evidentemente provocando a Ekai—, ¡ayúdame, Dekka! —corre y se coloca tras de ella.

—¿Qué...? —Dekka cierra la boca abruptamente, ajena a la situación de ambos chicos.

—No me llames flamita, linterna —gruñe cruzando los brazos. Dekka sonríe divertida, el comportamiento infantil en Ekai le resulta tierno.

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