Capitulo 4

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  Carly se mordió los labios cuando lo vio acercándose, estaba para comérselo

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  Carly se mordió los labios cuando lo vio acercándose, estaba para comérselo. Tocó una fibra sensible en su corazón cuando abrió el abrigo para ella. Con una sonrisa pasó un brazo y luego el otro. 

— Si Meg el del cuenco azul. — No pudo despegar la mirada de él mientras le abrochaba los botones. — ¿me oyes Carly? — La voz en el teléfono la sacó de la ensoñación. — Si, si. Ya voy, estoy a unos minutos. — Cortó rápidamente y sonrió cuando él pasó su bolso por su brazo. — Gracias por vestirme como una muñeca. 

Me habría gustado desvestirte también, pensó. 

— Me encantaría seguir con la charla pero el deber me llama. 

— Está bien. ¿Te gustaría que volvamos a vernos? Se que es muy pronto; pero me gustaría saberlo antes. 

— ¿Tienes para anotar? 

 Él se palpó los bolsillos e hizo mala cara cuando no encontró su celular. 

— Siempre dejo ese aparato en cualquier lado. 

 Ella se rió y sacó un papel de la cartera, anotó su número y se lo entregó. 

— ¿Por qué no me llamas y arreglamos? 

— ¿Es muy pronto si te llamo cuando encuentre ese chisme que no encuentro? 

— Me halagas Ryan. 

 Se ruborizó cuando le abrió la puerta de la camioneta. 

— La pase bien. Nos vemos. 

 Carly arrancó y se marchó, lo vio parado en la vereda del espejo retrovisor y sonrió. 

Ryan se fue caminando hasta su auto y encontró su celular. Lo miró como un aparato extraño y suspiro. Tendría que pedirle a Harry que le enseñe a guardar los contactos. Odiaba ese aparato que olvidaba en cualquier lado.  

  Al llegar a su casa se encontró con Rose, la empleada doméstica. 

— Hola Rose ¿Cómo te encuentras? 

— Bien. He visto que las provisiones se están acabando ¿Cuántas veces has llegado tarde a casa Ryan? 

— Demasiadas veces. — Admitió él poniendo cara triste. 

 Conocía a esa mujer desde que era un niño y empezó a trabajar en la casa. Para él era una más de la familia, cuando sus padres habían muerto hacía tres años ella había sido una gran ayuda para él y su hijo. 

— ¿Harry? — Preguntó sentándose en la cocina mientras ella sacaba algunas cosas. Tomó el cuchillo que le tendía y comenzó a rebanar las zanahorias que ya estaban lavadas. 

— Está estudiando. 

— ¿Que comeremos hoy? 

— Ya está en el horno, esto es para preparar algunos congelados. 

Lazos eternos ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora