Capítulo 3 - Responsabilidades.

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Durante los primeros cuatro años después del desplome de Jin GuangYao la Secta Jin decayó en prestigio. Ni todo el dinero y los lujos la salvaron de toda la deshonra y muchos pretendientes a discípulos decidieron aplicarse en otras sectas por la mala fama que les traería pertenecer a LanLing-Jin.

Aun cuando Nie HuaiSang no era el guerrero formidable que su hermano fue en vida, hizo que la Secta Nie recuperara todo el valor que perdió cuando fingía ser el «Sacudidor de Cabeza» que se la pasaba pretendiendo no saber nada sobre lo que ocurría a su alrededor. De hecho, terminó por convertirse en Cultivador en Jefe gracias a su excelsa capacidad mental y a que fue el responsable de la caída de Jin GuangYao.

Por su parte, la secta de YunmengJiang y la secta Gusu Lan siguieron manteniendo su hegemonía y prestigio por todo lo alto. Aún con eso no buscaban más fama de la que ya tenían así que no lo tomaban como algo muy relevante y siguieron sus caminos como lo estuvieron haciendo desde su fundación.

En Gusu, al quinto año de someterse a la reclusión aislada, Lan XiChen volvió. Había estado meditando por demasiado tiempo, tratando de entender y sanar sus heridas. El primero en verlo fue Lan WangJi, quien estaba aprendiendo, muy a su modo, a ya no guardar todo en sí mismo y a externar un poco lo que estaba pasando por su mente.

—Hermano... —Lan XiChen escuchó su voz. Estaba mirando por la ventana de su residencia así que volteó a verlo.

El hombre tenía una mirada emocional que hacía más brillantes sus ojos cristalinos. «Te he extrañado», eso decían.

—Yo a ti, WangJi —respondió a lo no dicho.

El Segundo Jade miró al piso unos segundos, como si buscara las palabras correctas para hacerle saber a su hermano que estaría ahí para él cuando lo necesitase.

Lan XiChen se encaminó a la cocina y volvió con una tetera y dos tazas. Se sentaron a beber y se quedaron en un cómodo silencio que se vio interrumpido cuando Lan WangJi habló.

—Si necesitas más tiempo para volver, yo estaré aquí... —no quería que su hermano mayor se viese forzado a regresar si su corazón aún moría.

Lan XiChen asintió y todo volvió al silencio.

—WangJi...

—¿Mn?

—¿Qué opinas de que haga las tres postraciones?

Lan XiChen había estado pensando en esa responsabilidad durante los últimos meses. Su hermano menor no traería hijos al mundo y la secta Lan necesitaba herederos de sangre que los sucedieran.

Lan Yuan era el mejor de todos los candidatos para líder de secta. O mejor dicho, el único que tenía en mente, pero tristemente no era un descendiente de sangre de la primera línea Lan.

Dos meses atrás su tío había ido a visitarlo y Lan XiChen le habló de sus inquietudes. Lan Qiren lo escuchó en silencio mientras su sobrino le pedía buscar una doncella dispuesta a contraer matrimonio. Le pidió que, por lo pronto, mantuviera su encomienda sólo entre ellos dos.

—WangJi no podrá engendrar hijos con Wei Ying —explicó lo obvio—, y yo, no puedo seguir haciendo de lado mis responsabilidades... Tampoco me estoy haciendo más joven —sonrió y después de mirar sus manos vacías volteó de nueva cuenta hacia su tío. Suspiró—. Debo contraer matrimonio y darle un heredero a la secta.

»A-Yuan es un joven admirable y podrá convertirse en líder de secta después de mí, durante un tiempo, en lo que mis hijos crecen —se sentía extraño hablando sobre eso.

No es que no lo hubiera imaginado cuando era más joven. Hubo un tiempo en el que pensó que sería hermoso tener una familia, una esposa y dos pequeños que se quisieran y apoyaran como él y su hermano lo hacían. También se imaginó a sus hijos y sus sobrinos jugando.

Purpúreas nubes de loto | Lan MeiLing | C A N C E L A D ADonde viven las historias. Descúbrelo ahora