孤 独 •15

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𝐕𝐄𝐍𝐄𝐍𝐎

毒 


Se encontraba en un espacio negro, inmenso e indefinido, solo interrumpido por los destellos de imágenes y sonidos que emergían sin orden ni sentido. Escuchaba voces de niños riendo y hablando, sus palabras eran ininteligibles, pero le trasmitían una extraña familiaridad. De repente, escucho el graznar de gaviotas sobre ella, cuando levanto la cabeza las vio volando en círculos en un cielo completamente negro, para luego dirigirse en línea recta hacia algún lugar. Las siguió, y termino encontrando una noria, girando lentamente en medio de la nada, sus luces parpadeantes y el crujir de metal oxidado llenaba con su eco aquel espacio vacío. Cuando intento acercarse a ella un tren pasó rugiendo, sus vagones deslizándose por rieles invisibles, acabando en una cascada que brotaba del vacío. Su agua caía en un abismo sin fin.

Fue arrancada de este sueño lúgubre y confuso, despertando de golpe en una cama desconocida. Sus ojos parpadearon ante la luz del día que se filtraba por una ventana, y una sensación de vértigo la invadió al intentar levantarse. Su cabeza zumbaba y el mundo parecía girar a su alrededor, obligándola a recostarse de nuevo. Su corazón latía con fuerza, el eco de las imágenes oníricas aún resonando en su mente.

¿Qué había pasado?

¿Dónde estaba?

¿Qué hora era?

"Yare yare, te desmayaste. Estás en mi casa. Son las once de la mañana."

Yui escuchó la puerta abrirse y, al girar la cabeza, lo vio entrar con una bandeja de desayuno en sus manos.

— ¿Kusuo? —lo miró sorprendida, sus ojos enfocándose lentamente en la figura familiar del pelirosa.

Saiki se acercó y colocó la bandeja sobre la mesita de noche con cuidado, sin decir nada, y luego la miró de lado. Sus ojos, detrás del cristal verde de sus gafas, parecían observarla en un punto entre la preocupación y la reserva.

Yui, aún aturdida, se incorporó lentamente. A pesar del mareo y la debilidad, quedo maravillada al ver el desayuno que Kusuo le había traído. En la bandeja estaba dispuesto un bol de arroz con un huevo perfectamente cocido encima, humeante sopa de miso, un pequeño plato de tsukemono, y un vaso de jugo fresco. Era un desayuno completo. 

—Esto es

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—Esto es... —sus palabras quedaron suspendidas en el aire mientras miraba la comida con gratitud.

"Esto es bueno," pensó Kusuo, observándola en silencio. "Temía que le doliera la cabeza apenas me viera."

El aroma del miso y el encurtido llenó la habitación, aportando un toque de normalidad a la situación extraña en la que se encontraban. Yui tomó los palillos con manos temblorosas y agradeció por la comida. Kusuo, con su habitual expresión impasible, se quedó de pie a un lado, como una sombra silenciosa, observando cómo cada bocado le devolvía un poco más de fuerza y claridad.

𝐒𝐎𝐋𝐄𝐃𝐀𝐃『𝚂𝚊𝚒𝚔𝚒 𝙺𝚞𝚜𝚞𝚘 𝙽𝚘 𝙿𝚜𝚒 𝙽𝚊𝚗 Ψ』Onde histórias criam vida. Descubra agora