15

4.1K 244 42
                                    

Arriba tienes a Iván...

Si este es el primer capítulo que te sale, vuelve a atrás porque quizá te hayas perdido la parte anterior.

¡Estúpida, estúpida, estúpida...!

Ni siquiera me pongo los tacones, directamente los cojo y camino a prisa detrás de Iván por los pasillos de la mansión. Camina muy deprisa porque la irritación guía sus pasos y prácticamente corro detrás de él para poder alcanzarle. El corazón se me quiere salir por la boca, pero no me importa si con ello voy a dónde él va.

Al llegar a la planta baja veo que sus hombres esperan de pie las órdenes que Castelier vaya a darles porque están preparados para la misión. Misión que no concluirá.

—¡Quiero las puertas totalmente cerradas con llave! —ruge el líder—. ¡De aquí no sale ni Dios hasta que yo lo diga!

—¿Qué pasa con Ene? —pregunta Ele, con un tono dudoso.

—¡En cuanto llegue selláis todas las salidas! —reanuda la marcha para dirigirse a la puerta—. ¡Si alguien intenta salir, le pegáis un tiro! ¡No me importa quién sea, pero que quede vivo para cuando yo vuelva!

Le sigo corriendo y me empuja hacia atrás cuando abre la puerta.

—¡Tú tampoco sales de aquí! —espeta furioso.

—¡No voy a quedarme de brazos cruzados por una respuesta que no vas a darme al volver! —replico a gritos—. ¡O me voy contigo o le prendo fuego a la mansión con todos dentro!

—¡Eres más irritante que mi madre, joder!

Sale por la puerta y le sigo bajando los escalones de dos en dos. Rodea su coche y yo me subo con rapidez al asiento del copiloto para que no se le ocurra irse sin mí. El motor ruge cuando pisa el acelerador a fondo y volamos por el camino asfaltado hasta llegar a la verja de la entrada en menos de dos segundos. Los guardias que hay en la cabina abren las puertas metálicas y el vehículo sale quemando ruedas por la carretera de tierra a toda velocidad.

Estoy tan nerviosa que hasta ponerme el cinturón se me olvida. Ya ni siquiera me acuerdo de lo que Iván y yo hemos hecho hace unos instantes aunque la vagina me arda adolorida por su brutalidad porque mi mente está imaginando otras cosas, otros escenarios para Hache.

Mientras Iván y yo follábamos, él...

—¿Qué ha pasado? —pregunto, sintiendo que el estómago se me retuerce.

Iván no responde. Se dedica a mirar hacia delante apretando el volante con las manos.

Dejo los tacones entre mis pies descalzos y noto que la velocidad del coche aumenta velozmente.

—¡¿Quieres explicarme lo que ha ocurrido?! —sueno más demandante de lo que pretendo, pero me da igual porque estoy hecha un amasijo de nervios, preocupación y culpabilidad.

—¡Una cosa es que me acompañes y otra muy distinta que creas que te contaré algo! —brama rabioso.

—¡Necesito saberlo!

—¡No necesitas saber una mierda! ¡Acabas de llegar y ¿ya te crees alguien que pueda exigir nada?!

—¡Me importa lo que le ocurra, Iván!

—¡No te importa una mierda! —grita encolerizado, golpeando el volante con una mano y mirándome un segundo con los ojos llameantes de ira—. ¡No le conoces! ¡Y al parecer tampoco a mí! ¡Si estás aquí ahora es porque me sale de los cojones porque no tengo tiempo que perder, no porque crea que te importa esto! ¡Él no es nadie para ti!

Riesgos TentadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora