Capítulo 9

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Al aterrizar, fueron escoltados a una furgoneta de transporte, la que los llevó a un puerto de transbordadores. Su equipaje ya había sido transportado y puesto en la pequeña embarcación cuando llegaron ahí. Jack sacó su moño, dejando caer su cabello mientras una cálida, húmeda brisa levantó su camisa hacia arriba de su estómago, el transbordador flotando sobre el mar.

"Encantador", dijo, dejando caer la cabeza hacia atrás en su asiento. Dejó que los ardientes rayos del sol calentaran su rostro, sus ojos cerrados aleteando bajo sus Aviadores. "Hola, sol. Te he echado de menos."

"Escuchas a tu cuerpo y le hablas al sol. ¿Hay clichés hippies en los que no participes?"

"Um", Jack chupó su labio inferior, Louis poniendo su beanie en su equipaje de mano. "¡Oh! Me gusta ganar dinero. ¿Cuenta eso?"

Louis rió, la piel junto a sus ojos arrugándose. Se colocó sus gafas de sol. "Muy bien."

Un viaje en transbordador más tarde y ya estaban en Las Exumas, una isla al sur de Nassau. Las Exumas Cays era su destino específico, además de ser su exótico, exclusivo y lujoso hogar por los próximos diez días. Otro servicio de transporte era requerido para llevarlos al complejo en sí.

Después de un corto trayecto en coche, la furgoneta se detuvo en frente de una alta, ancha y oscura puerta de madera. El conductor habló por el intercomunicador y los presentó. La puerta se abrió. El trayecto en auto fue rápido por el largo camino que llevaba al resort. Tanto Jack como Louis se apartaron el uno del otro para ver por las ventanas.

Fértiles y tropicales árboles y plantas se alineaban en la ruta de acceso, el verde tan espeso que no podías ver más allá de un metro a través de la maleza. El paisaje se abrió una vez que el extenso complejo quedó a la vista, dándoles un vistazo al impresionante inmobiliario frente a la playa sobre el que el resort fue construido. Fina arena sin una sola concha dentada cubriendo la casi pura superficie blanca, agua azul claro salpicada de nadadores mañaneros, y un sol abrasador irradiando calor sobre todo el pintoresco paraíso.

Jack silbó entre dientes.

"He estado en algunos elegantes resorts, e incluso hogares privados en esta isla, pero este lugar podría llevarse el premio." (Llevarse el premio: take the cake, cake: pastel)

"¿El pastel de bodas?"

"Sí", Jack rió entre dientes. "El pastel de bodas."

Se detuvieron en un gran hotel, el edificio de color blanco puro y contrastando con la naturaleza circundante. El cartel de madera tallada en la puerta decía, "Bienvenidos a Flamingo Cove", un nombre un poco torpe para un resort tan caro.

El conductor dio la vuelta y abrió la puerta por ellos, ayudándolos a salir mientras que parte del personal se apresuró a la furgoneta, sacando su equipaje. Caminaron hacia el interior del recinto, el aire acondicionado provocándoles piel de gallina a cualquier piel expuesta. Antes de que siquiera pudieran acercarse a la recepción, dos hombres en camisa de polo se acercaron a ellos, un pequeño flamenco magenta bordado en el lado izquierdo de su pecho.

"¡Bienvenidos!" dijo uno, estrechándoles la mano y dirigiéndolos hacia el mostrador. "¡Estamos tan felices de que hayan llegado!"

Jack y Louis le sonrieron al hombre, Louis pasando los dedos por su pelo. Todo sobre el resort gritaba fresco, limpio y rico, mientras que él se sentía lo opuesto de esas tres cosas en su arrugada ropa.

"Gracias, " dijo Jack lentamente, estrechando su mano de vuelta. "Estamos muy contentos de estar aquí."

Caminaron hacia la conserje, quién se levantó de su silla de cuero blanco con una gran sonrisa. Ella extendió los brazos, su uniforme totalmente blanco con una chaqueta de suave magenta en la parte superior, un collar de perlas de buen gusto y pendientes complementando su piel oscura y brillante pelo negro.

Escapade - (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora