3 - 'Las leyendas de Braemar'

272K 31.8K 117K
                                    

Mini-maratón 2/2

3 - LAS LEYENDAS DE BRAEMAR

Kent tiene una gran sonrisa mientras va conduciendo colina abajo. Su radiante felicidad contrasta bastante cómicamente con el día gris y lluvioso que está haciendo —aunque tengo que admitir que los días así son mis favoritos—.

—Aquí llueve bastante —comenta al ver que miro por la ventanilla.

—No pasa nada. Me gusta la lluvia.

—Pues vas a hartarte de ella, te lo aseguro.

—¿Me lo dices por experiencia propia? —sonrío ligeramente.

—Sí —me suelta sin rodeos, resoplando—. Siempre he vivido aquí, así que pensé que todo el mundo sería húmedo, frío, lúgubre... ya sabes, Braemar tiene su encanto, pero es así. Pero una vez la abuela Gladys se puso enferma y tuvieron que trasladarla a un hospital fuera de aquí. Fui con ella, claro, y... no lo sé. Todo parecía tan distinto.

—¿Eso es bueno o malo?

—No lo sé —Kent pone una mueca—. Es decir, me gusta el sol, pero sé que aunque me fuera a un sitio soleado terminaría volviendo aquí.

—Es tu casa —murmuro.

—Sí. Siempre volvemos a casa. De una forma u otra, más tarde o más temprano. No importa. Siempre volvemos. Es lo que suele decir la abuela Gladys.

—Me cae bien tu abuela.

Kent me dedica una sonrisa antes de volver a girarse hacia delante. Se ve que ama mucho a su abuelita, aunque le dé con el bastón que mencionó.

—Oye, Kent, ¿puedo preguntarte algo?

—Eh... sí, claro. Aunque seguramente no sepa responder.

A eso lo llamo yo seguridad.

—Hay una chica desaparecida, ¿verdad? He oído a la gente comentándolo unas cuantas veces.

Sinceramente, de Kent me espero de todo menos una mala cara, pero para mi sorpresa me la pone. Me quedo muy quieta, sorprendida.

—E-es decir... no quería ser impertinente, es que...

—Dudo mucho que eso lo hayas oído en casa de los Ainsworth —me dice, algo desconfiado.

Mierda, mierda. Recula.

—En realidad, fue en la reunión que hizo Foster con los protectores de la ciudad. Y con el... mhm... alcalde.

—Ah —lo piensa un momento—. Ah, sí... supongo que es normal que hablen de ello.

Vale, he salvado la situación. Debería ir con más cuidado.

—Entonces... —finjo estar asustada—, ¿es verdad?

—Sí y no —Kent se encoge de hombros—. Sí hay una chica desaparecida, Amanda Díaz. Bueno... Mandy, si lo prefieres. Su familia la ha estado buscando durante unas cuantas semanas, pero... todo el mundo dice que fue ella misma la que se fue de casa.

—¿Por qué dirían algo así?

—Dicen que su habitación estaba intacta, que era imposible que alguien hubiera entrado por la fuerza —Kent detiene el coche para dejar cruzar la carretera a unos niños que corren y juegan entre ellos—. Supongo... supongo que debe ser verdad.

Lo observo unos segundos, dudando entre sí indagar más o no. Desde luego, él parece pensativo.

—Pero tú no lo crees —me atrevo a arriesgarme un poco.

La reina de las espinasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora