Capítulo 3

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Draco se sentó en la cama de su nueva habitación mirando alrededor, la habitación era bastante amplia, por supuesto no tanto como la que tenía en mansión, pero era aceptable. Su cama estaba en el centro de la habitación con una mesita a cada lado, y lámparas encima de ellas. El piso estaba alfombrado por lo que era cómodo estar descalzo, algo que le gustaba, pero no hacia frecuentemente, pues sus padres le regañaban si lo veían.
A la izquierda de la cama, había una puerta la cual suponía era el cuarto de baño. A unos pasos de este, se encontraba un armario bastante grande empotrado en la pared, cosa que fue de su agrado porque así podría poner cómodamente su ropa. A la derecha de la cama, había un tocador muy bonito, también se encontraba un sofá mediano que estaba al lado de la ventana más grande del cuarto.
Automáticamente, ese sitio se convirtió en su favorito, ya que se dio cuenta que tenía vista al jardín que según lo que había visto de la casa era lo más bonito que tenía, pensaba en lo cómodo que estaría sentado en el sillón leyendo sus libros ya que una de sus tres maletas estaba enteramente ocupada por ellos; aprovechando que era verano y por lo visto no habrían viajes de vacaciones con sus padres leería unos cuantos. En general, el cuarto estaba tapizado con colores bastantes oscuros entre verdes, negro y blanco para dar puntos de luz, además tenía ventanas estratégicamente colocadas por donde entraba las luz del día y hacían la habitación más agradable y fresca, pensó satisfecho que por lo menos tenía un cuarto decente.
Durante la mañana, Draco desempacó, fue al cuarto de baño viendo con agrado la tina colocando sus patitos de hule en ella una vez llena de agua caliente, recordando como su madre le decía que era ya un niño grande y no debería seguir usándolos, pero ella no está aquí así que no tengo porque hacer lo que diga, pensó satisfecho y se dio un baño exageradamente largo, algo que necesitaba para su relajar su cuerpecito, disfrutando del movimiento de los patitos en el agua. Ese era su momento favorito del día. Se colocó ropa cómoda, caminó descalzo hasta el tocador donde peinó su corto y mojado cabello y luego se dedicó a leer uno de sus libros para pasar el tiempo.
Cuando dieron las seis de la tarde comenzó a sentir ruido en el piso inferior de la casa, supuso que eran los amigos de Sirius que habían llegado, realmente lo que menos quería era conocer a esas personas, pero como buen Malfoy pondría su mejor cara y bajaría a cenar cuando fuese la hora por eso se levantó del cómodo sofá y fue a bañarse nuevamente para esta vez ponerse ropa más de acuerdo a la ocasión, y al dar las siete y treinta bajó a conocer a las personas que se encontraban en la casa.
                                       

                                       

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Molly Weasley era una mujer maternal por naturaleza, con más hijos de los que debería pero que no se arrepentía de tener y por supuesto los queridos niños amigos de sus hijos que, aunque no eran sus hijos los quería como tal, niños que ya tenían 25 años y más pero que siempre serian niños para ella. Se encontraba en la cocina de Grimmauld Place. ¿Por qué si era una invitada? Pues porque ella así lo quería no había ocasión en que no fuese a esa casa que no cocinara para su querida familia, tenía a Hermione y a Ginny ayudándola y a Sirius que como dueño de la casa tenía la misión de controlar las locuras de la mujer sino terminaría con comida hecha para una semana. Llegaron temprano porque Sirius les había comentado de su sobrino que vendría a quedarse a vivir con él indefinidamente y ellos decidieron darle una cena de bienvenida, cabe aclarar que Sirius no tenía mucho entusiasmo con ello, pero aun así le agradaba tener a sus amigos en casa así que no se opuso.
Llegó la hora de la cena y sintieron la puerta de la calle abriese, así supieron que Harry había llegado justo a tiempo para la cena.
Harry llegó a la casa y lo primero que vio fue a los gemelos Weasley hablando entre ellos cerca de la entrada y al verlo le sonrieron.
— Hola Harry. ¿Por qué llegas tan tarde? — Dijo uno de los gemelos sonriendo maliciosamente.
— Porque tuve una reunión que se extendió más de la cuenta, reunión en la que los dos debieron estar presente. — Habló Harry con una ceja alzada.
— Lo sentimos, pero nuestra madre nos dijo que debíamos estar temprano hoy en casa. — Se excusó el otro gemelo a sabiendas que era eso justamente una excusa porque adoraban crear nuevos diseños de casas y edificios, pero odiaban el trabajo de oficina y las interminables y aburridas reuniones.
Harry solo respiró muy profundamente para no matar a sus más importantes arquitectos, piensa en la empresa, piensa en la empresa, se repetía como mantra cada vez que a uno de ellos le daba por hacer de las suyas.
Siguió de largo por el pasillo hacia la sala, saludó a Ron y a su padre Arthur quienes estaban conversando amenamente, se apresuró en ir a su habitación antes de que Molly lo viera o no podría ni lavarse las manos antes de que la mujer lo sentara a la mesa para comer. Subió los escalones de dos en dos y caminó a prisa hasta su habitación, cuando estaba a punto de entrar sintió una puerta abrirse detrás suyo y al girarse se topó de frente con el niño más hermoso que había visto en su vida, se quedó estático observándolo impactado por su belleza y la mente en blanco.
Draco se sorprendió al salir de su habitación y toparse con un hombre vestido de traje, que le quedaba muy bien debía admitir, se fijó momentáneamente, en su rostro de mandíbula cuadrada con una ligera barba muy bien afeitada quien traía unas gafas bastante pasadas de moda pero que extrañamente iban perfecto con el rostro que las portaba y se dio cuenta que era el famoso arquitecto Harry Potter, no sabía que el ahijado de su tío fuese semejante hombre.
— Buenas noches. — Saludó Draco con un pequeño asentimiento de cabeza al hombre paralizado que tenía en frente, al ver que este solo movía la boca como un pez fuera del agua sin responder frunció el entrecejo disgustado por su falta de educación así que dio media vuelta y se dispuso a bajar las escaleras.
Harry se había quedado literalmente con el cerebro congelado, lo cual era sorprendente porque es un hombre que sabe actuar perfectamente bajo presión, pero no pudo responder al simple saludo de un niño, chasqueó la lengua pensando que ese era el sobrino de su padrino que llegaría hoy a la casa y entró a su habitación quitando su ropa lo más a prisa que pudo para bañarse y bajar pronto al comedor todo eso con la imagen del niño aún en su cabeza.
Cuando Draco bajó las escaleras siguió el sonido de voces hasta llegar a la cocina donde escuchó el parloteo generalizado que tenían esas personas y entre tantas cabezas rojas le dio vértigo y tuvo que parar de caminar momentáneamente, acostumbrado al silencio tranquilizador de su casa eso le pareció molesto y ruidoso, pero solo se paró recto, se estiro cuan largo era, que no era mucho por su corta edad, mostró su mejor cara amable y dio un saludo para los presentes.
— Buenas noches. — Dijo consciente de que todas las miradas estaban puestas en él.
— Buenas noches. — Respondieron casi al unísono. Las notas discordantes fueron los gemelos que respondieron con un entusiasta hola.
Molly se paró de su asiento y fue hasta el niño, lo abrazó, lo besó y lo llevó hasta su asiento al lado de los gemelos que lo miraron con curiosidad y una sonrisa juguetona. Draco se sintió incómodo con el contacto físico, pero no dijo nada y solo se dejó guiar hasta su asiento, miró a los gemelos que lo miraban fijamente y sonrió tiernamente a sabiendas que eso iba a crear una buena imagen suya en las personas a su alrededor que lo seguían observando. A los gemelos le brillaron los ojos y George el más cerca de Draco le pellizcó una mejilla por lo tierno que lo veía, el niño después de eso no dijo nada, solo se quedó observando a las personas a su alrededor, quienes seguían conversando, evaluándolos y se topó con la mirada de Sirius que lo veía con una ceja alzada por su actitud infantil cuando sabía perfectamente que no era así, Draco solo le dedicó una sonrisa de medio lado marca Malfoy y siguió en lo suyo.
— ¿Cuándo va a bajar Harry? — Preguntó Molly ya que estaban esperando por él para servir la cena y como si lo hubiesen mandado a buscar apareció por la puerta del comedor saludando a todos y a Molly le dio un beso en la mejilla. — Te estábamos esperando querido, siéntate. — Dijo la regordeta mujer palmeándole la mejilla con cariño.
Y Harry se sentó a la derecha de Hermione, quien tenía a Ron a su izquierda, ambos le sonrieron con cariño en cuanto estuvo cerca de ellos quedando a su derecha Ginny quien lo veía con ojos brillantes de amor sin disimulo alguno, Harry la saludó y miró al frente encontrándose con los ojos grises que había visto anteriormente y así la cena comenzó.  

You my happynessDonde viven las historias. Descúbrelo ahora