11. Secretos

12.8K 1.1K 980
                                    

Llevo al menos dos horas intercalando la mirada entre el techo de mi habitación y mi celular. Espero que Tadeo me conteste el mensaje que le envié preguntando cómo se encuentra Lucas, pero son más de las once de la mañana y mi mejor amigo aún no se ha conectado.

Stacy abre la puerta y se arroja en mi cama, a mi lado. Ya está bañada, vestida y con el cabello seco atado en una larga trenza.

—Mamá ha vuelto a preguntar si ya te levantaste —comenta—. Dice que, aunque sea sábado, no puedes quedarte en la cama hasta el mediodía.

Suelto un suspiro y giro sobre mi cuerpo, dándole la espalda y cubriéndome con la frazada hasta la cabeza.

—Solo dile la verdad... Que terminé con Lucas y no estoy de humor para salir al mundo.

Ella se acurruca y me estrecha entre sus brazos desde atrás.

—¿Ya me vas a decir qué fue lo que ocurrió entre ustedes? —Aparta con una mano el mechón de cabello que caía en mi rostro y se arrima parar mirarme a los ojos—. Y no evadas mis preguntas igual que anoche. Si estás así de triste es porque aún lo quieres, entonces ¿por qué lo dejaste?

No puedo decirle la verdad. Nadie puede saberlo.

—Necesito estar sola un tiempo... —Mi mentira sale en un susurro inseguro.

—No te creo, seguro lo estás protegiendo. ¿Estuvo con otra? Pensé que Lucas era distinto a su amigo.

—No —niego con firmeza, intentando contener la pena que me quiere invadir de nuevo—. Él no haría algo así.

Lucas sabe querer. Tanto, que sé que perdonaría a Melania por haberlo abandonado. Sé que le daría una oportunidad si ella decidiera decirle la verdad. Y, por eso mismo, no puedo permitir que la relación con su madre termine incluso antes de empezar.

—¿Entonces qué? —La insistencia de Stacy me obliga a buscar una manera de resguardarme de sus preguntas y entonces se me ocurre una perfecta.

—Quieres que te hable de Lucas, pero tú no me dices nada sobre ese alguien que no es Bruno. —Giro sobre mi cuerpo y la encaro. Su mirada me muestra confusión, así que me explico mejor—: El chico con el que estabas hablando el otro día y le pediste que te deje en paz.

Sus ojos se agrandan un poco y la vergüenza parece incomodarla.

—Te refieres a Marcelo —deduce y luego se encoje de hombros—. Pues sí, asistió conmigo a la Academia en el verano, pero no hay mucho que decir de él.

—¿Cómo no? —me incorporo hasta sentarme en la cama—. ¿Cuántos años tiene? ¿Qué clase de persona es? ¿Se han besado? Cuéntamelo todo.

No puedo creer que mi hermana haya conocido a un chico y se lo haya guardado.

—Brenda... no es como crees. Solo nos dimos unos besos y ya se ha acabado.

—Él sí quiere seguir viéndote —recuerdo.

—Ni siquiera me gusta.

—¿Cómo...? Pero lo has besado...

Suelta una risita al ver mi expresión confundida. Entonces se coloca detrás de mí, de rodillas, y toma mis cabellos entre sus manos, iniciando una de sus típicas trenzas.

—¿Ves por qué no debiste terminar con Lucas? —Susurra en mi oído—. Tú eres de noviazgos reales, dulces y apasionados. No estás hecha para los chicos de un rato, como Marcelo o Bruno.

—No digas eso —la regaño con cariño—. Bruno fue tu novio.

Ella deja escapar una risa nerviosa.

Ese último momentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora