⛥Capitulo Final: Dos⛥

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Un líquido rojizo brotaba intensamente de sus heridas, deslizándose por cada centímetro de su piel, manchando en el proceso la ropa del castaño, el cual soportaba por primera vez en años, esa dolorosa sensación que estremecía su cuerpo. Con mucho esfuerzo logró mantenerse en posición, sus piernas temblaban terriblemente debido al daño recibido por el alienígena, incluso su hombro derecho quedó descolocado por la fuerza del impacto. A pesar de su malestar, se sentía gratamente satisfecho, se encontraba relativamente cerca de su amado, luego de unos pocos, pero absurdos intentos por conquistarlo, finalmente consiguió tener a su merced al ex-invasor, incluyendo una buena dosis de diversión. El cortejo tradicional era aburrido. "¿Por qué enamorar a alguien con flores, cuando puedes secuestrarlo?". Apenas pudo permitirse reír con propiedad ante su comentario, entendiendo perfectamente hasta qué punto podría corromper, utilizar y amar a ese pequeño irken.

Una espeluznante sonrisa se formó en su rostro, estaba ansioso por contemplar todas las posibilidades que podría realizar con su potencial víctima. Analizo la situación por unos breves instantes, tenía en su poder una herramienta fundamental para darle el golpe final a su plan, quizás mutar al parásito con el ADN del extraterrestre, experimentar con él sería interesante, pero antes debía marcharse, y quitarse lo que retenía la libertad de sus brazos. Efectivamente seria difícil, necesitaba drásticamente bajar su adrenalina, y pensar fríamente en un plan que pudiera solucionar su adversidad, pero... Al karma no suele atribuirse a la piedad, mucho menos cuando las acciones presentadas no son buenas, y esto también se aplicaba para el de ojeras.

Prosigamos...

La notable silueta de alguien acercándose estaba preocupando al de ojos azules, provocando que su estabilidad mental lentamente se rompiera, inundandolo de pavor al poder defenderse debidamente por tales condiciones deplorables, y lo peor es que seguramente esa persona fue un partícipe oculto o testigo silencioso en la conversación que se prolongó tiempo atrás con su adorable alíen.

- ¿Finalmente tuyo?. -repitió burlonamente esas últimas palabras, soltando una carcajada- No me hagas reír, mapache. -se acercó a paso lento, observando fijamente al castaño- Ese narcisista, egocéntrico, y detestable irken me pertenece desde que llegó a la Tierra. -sentenció con autoridad- Junto a todas las innumerables veces en las que intentó matarme. -recordó con cierta nostalgia.

- Tsk, Membrana... -chasqueo la lengua con molestia, mirándolo de reojo- No te esperaba tan rápido por aquí, cabezón. -comentó notablemente irritado.

- ¿Sorprendido? -preguntó irónicamente, encogiéndose de hombros- Ese marcianito de ahí fue quien me llamó. -comentó divertido, disfrutando de su reacción- Zim es demasiado orgulloso como para "rebajarse" a pedir ayuda, mucho más tratándose de mí, así que dudo que esa fuera la razón real de mi llamado.

- Sigo sin entender tu intromisión, Membrana.

- Verás... -señaló su cuello, presumiendo su cadena- Esto de aquí es un comunicador, por si algo malo sucedía, mientras que ustedes discutían pude darme el lujo de regresar antes de marcharme definitivamente del planeta. -explicó con arrogancia, agradeciendo internamente que su nave no funcionara, y se encontrara con el vortiano.

- Tuvimos nuestro momento de diversión. -interrumpió enfadado, retrocediendo unos pocos pasos- ¿Celoso? -cuestionó con cinismo- ¿Tu frágil ego está herido porque mi pequeño irken sintió más satisfacción jugar conmigo que contigo?. -bromeó absurdamente, intentando quitarse las ataduras de sus brazos.

Redención [ZaDr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora