Zoraya

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"Mientras pueda valerme por mí misma, no tiene por qué importarme tu opinión"

Había vuelto a mi cuarto después de terminar el almuerzo de mi hermano, me quedé despierta hasta que lo escuché tomar sus cosas e irse; estaba por volver a dormirme cuando el timbre insistente de mi teléfono comenzó a sonar

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Había vuelto a mi cuarto después de terminar el almuerzo de mi hermano, me quedé despierta hasta que lo escuché tomar sus cosas e irse; estaba por volver a dormirme cuando el timbre insistente de mi teléfono comenzó a sonar.

—Diga —respondí firme pegando mi teléfono a mi oreja —¿Ahora?... Agh, bien, voy para allá

Colgué la llamada, me coloqué mi uniforme de trabajo, salí de mi casa entre resoplidos de fastidio, subí a mi bicicleta y empecé a pedalear hacia el centro.

"Hola, soy Zoraya Oliveira tengo 17 años y estudio mi segundo año de preparatoria.

A diferencia de mi "querido hermano" yo estudio en el turno vespertino, ya que hace mucho que no nos soportamos.

Yo padezco Trastorno Narcisista de la Personalidad, así que con mi carácter de "a mi no me mandas pequeño ser inferior" y mi "hermano" con su obsesión de orden no somos la mejor combinación, sin embargo, ese fue un pequeño detalle que nos olvidamos de considerar al momento que decidimos ser hermanos; pero, ¿quién podría culparnos? Lo decidimos después de treinta minutos de convivencia”.

Llegué a un edificio de tres pisos, paredes blancas con los marcos de las ventanas en azul oscuro; era la oficina de correos. Fuera de esta, había un chico esperándome con un paquete en las manos.

—Tiene que llegar en tiempo récord a la oficina de Murallas —dijo mientras me lo entregaba.

“La ciudad es como un gran cuadrado; por ende, hay cuatro sectores que hacen esquina, pero uno no es habitable, los baldíos. Murallas es el sector de la esquina suroeste”.

—Cuenta con eso —afirmé dejando el paquete en la cesta y empezando a pedalear.

"Como supongo lo notaste, trabajo de cartera, no es mal empleo, pero realmente me hace extrañar un poco cuando la ciudad no estaba habitada; el gobierno tenía como encargo mantener a los diez "pacientes" y nos proveía de todo con tal de que no saliéramos nunca de la ciudad ni desobedecieramos su regla de “no conocernos entre nosotros”.

Pero cuando la ciudad comenzó a ocuparse gracias a la sobrepoblación, todas las comodidades dejaron de ser para nosotros y se le dieron a quienes sí aportan algo a las autoridades, eso significó que tuvimos que aprender a vivir por nuestra cuenta"

Pasé entre las calles del sector Periférico Norte a toda velocidad para llevar una vía lo más recta posible y cumplir mi promesa de llevar el paquete en tiempo récord, en mi camino ví a un chico a punto de salir de su casa, pedalee más rápido y detuve su salida al cruzar frente a él.

ANORMAL [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora