Omali

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"Que no vea el mundo igual que tú, no quiere decir que alguno de los dos esté en un error"

Estaba tratando de terminar mi tarea cuando la alarma de mi teléfono comenzó a sonar, apagué la tableta que traía en las manos y busqué el aparato, el sonido era estridente pero no parecía estar cerca

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Estaba tratando de terminar mi tarea cuando la alarma de mi teléfono comenzó a sonar, apagué la tableta que traía en las manos y busqué el aparato, el sonido era estridente pero no parecía estar cerca. Moví los cojines de la sala, el mueble de la televisión, revisé los cojines del comedor, nada.

Confundido me encaminé a mi cuarto, ahí estaba, tirado en mi cama desde quién sabe a qué horas, me sonreí apenado antes de tomarlo y apagar la alarma; miré mi fondo de pantalla de burbujas de colores que reventaban cada que las tocaba y empecé a jugar con él hasta que una segunda alarma me interrumpió, ésta tenía una etiqueta “primer aviso”.

—La escuela, cierto —murmuré saliendo rápido de mi cuarto para tomar mi mochila y salir de casa.

"¡Hola!, yo soy Omali Herrera, tengo 17 años y estudio mi segundo año de preparatoria.

Bueno, yo vivo justo en el sector central, no, perdón, el sector entre "Límites" y "Panteones", mi sector se conoce como "Vías". Por si te lo preguntas, originalmente había un tren férreo, momento, creo que eso es lo mismo... bueno, el punto es que esa cosa paseaba, pasaba, por el centro hacia todos los sectores, pero llegó la civilización y se crearon las vías del metro, así que se dejó de usar el tren y guardaron las locomotoras en mi sector, quién sabe por qué, pero eso le dió este nombre".

Llegué pateando piedras que me encontraba en el suelo a la parte delantera de la escuela, ese gran edificio de cuatro plantas rodeado de una malla de alambre oxidado con paredes durazno, entré y crucé dando algunos brinquitos infantiles, por lo menos hasta que un insecto frente a mí capturó mi atención.

—Mariposa —exclamé embobado viéndola pasar frente a mí y comencé a seguirla por el patio tratando de atraparla hasta que cruzó la reja. —Oh… mis clases, cierto.

Me encaminé hacia mi casillero a brincos de caperuza, cuando llegué, me acerqué tanto para poner la contraseña, (la cuál fallé tres veces), que cuando conseguí abrir el casillero me dí un golpe en la nariz con la puerta.

Escuché algunas risas detrás de mí las cuales ignoré, en la escuela pueden pasar muchas cosas, no necesariamente se tienen que estar riendo de mí, y si así fuera, que bueno, le hice un poco más alegre el día a alguien; sacudí la cabeza tras el golpe, saqué mi lector digital, cerré el casillero y comencé a caminar hacia mi salón.

En algún punto del camino algo me hizo cambiar de dirección cosa que fui haciendo hasta que llegué de alguna misteriosa manera a la oficina de la trabajadora social, dí media vuelta un poco perdido tratando de ubicarme y coincidí con una chica algo gordita con lentes cuadrados de armazón y cabello negro. Llevaba una combinación de todos los tonos existentes de morado.

ANORMAL [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora