CAPITULO XXII

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Nero.

Durante todo mi trayecto a Fortuna, me limite a dormir, a reprimirme el valor que tuve de llorar en frente de Dante y no responder nada de lo que Gloria me preguntaba.

Ese día fue el peor y más el día que al fin arribamos a Fortuna.

En cuanto tuve que leer algunos libros con Kyrie mientras pretendía que lo disfrutaba. Credo se ha visto obligado a educarnos durante estos últimos años y aunque no lo hace mal, no es precisamente un digno maestro.

—Suena mucho más divertido que ética, política y economía —indica Kyrie—. Qué épocas felices ¿no lo crees, Nero?

¿Felices? ¿en Fortuna? ¿Desde cuándo la economía te hace feliz?

Bufo sin querer y ella lo nota.

—Te portas tan engreído últimamente.

—Claro que no.

—Entonces ¿me puedes mostrar las fotografías que tomaste para mí?

Alzo una ceja por su repentina petición.

—Credo me ha dicho que tomaste fotografías de tu viaje.

Mentira, no ha sido Credo sino Gloria. No sé porque quiere que insista con Kyrie, lo hace porque se ha dado cuenta que he tratado con Dante y no le hecho gracia.

—Definitivamente lo he hecho, pero he perdido la cámara en el bosque.

—¡¿Qué!?

—Y...

Mierda, se lo he soltado sin precaución.

La manera en la que me lo pregunta me hace ruborizarme un poco. Me doy cuenta de que pensar en lo ocurrido en el bosque me recuerda a Dante a la vez.

—Kyrie, Nero— la voz de credo nos interrumpe—. Vengan aquí.

Me levanto de mi asiento al igual que Kyrie y voy a buscar a Credo.

—Nero, me acaban de informar que habrá una misión mañana en la mañana.

Asiento lentamente.

—Y Kyrie, han aceptado que participes. Espero que des tu mejor esfuerzo con tu canto.

Kyrie sonríe enormemente y luego abraza a Credo con felicidad.

Lo sentía venir, ha estado practicando para obtener una oportunidad de cantar frente a todos en la ciudad en un evento como el que sucederá en los próximos meses. En una fecha conmemorativa que da inicio al festival en honor a Sparda.

Menudo resguardo, nunca me han gustado esos sermones, en especial si Credo me obliga a tomar asiento para escuchar al idiota de su eminencia parlotear sobre Sparda.

Esa misma noche, los recuerdos de Dante me han invadido por completo.

Sus ojos.

Sus labios.

Su cuerpo.

Maldigo todo aquello.

No podré sacármelo de la mente.

No podré olvidarlo.

Por alguna razón, no conseguía olvidarle, incluso si ya lo había pensado toda la noche. Cogí el calendario e hice como que lo estudiaba.

—Qué curioso, me acabo de dar cuenta de que es viernes... —. susurro. Ni siquiera soy consciente de mis pensamientos del todo, mi vida o el control que tenía de él paso a manos suyas. De Dante. No de las mías.

✔️DÉJAME TOCAR TU FUEGO | DANERO 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora