CONFRONTAR

1.2K 156 82
                                    



Jimin sabía que no debería estar frente al volante mientras conducía a casa de Alen y Chris, pero no quería soportar la horrible aglomeración del metro en el horario punta. Era un tramo corto para conducir pero Jimin aún se sentía atontado, no solo por los calmantes que le habían recetado el día anterior para la fuerte migraña, sino también por la ayuda que le había dado Taehyung.

Si cerraba los ojos, aún podía sentir el cuerpo de Taehyung contra el suyo cuando lo tomó en brazos o las suaves manos masajeando su cuello. Sintió de inmediato como su pene se endurecía. Gracias al cielo la noche anterior estaba demasiado dolorido y no reaccionó de la misma manera, si hubiera sucedido se habría muerto de vergüenza allí mismo.

Taehyung no podía imaginar lo mucho que le gustaba a Jimin. Había reemplazado a Brian Kinney en sus sueños y ahora soñaba con Taehyung, sueños muy reales y muy explícitos. Solía despertar con una rabiosa erección después de pasar horas soñando con Taehyung haciéndole las más fantásticas cosas en la cama. A veces los sueños eran tan vívidos que no era capaz de mirar a Taehyung a los ojos. No era que se miraran mucho tampoco, Taehyung simplemente lo ignoraba. Y eso le dolía, no sabía por qué, pero le dolía mucho.

Jimin suponía que era porque ya había soportado demasiados rechazos y saber que el hombre que tanto le gustaba lo consideraba menos que la mugre de sus zapatos, le dolía aún más.

Eran muchas las cosas que Jimin había cambiado en su vida después de su accidente, pero al parecer nada de eso importaba. Él prefería ser honesto y contarles a sus pretendientes que tenía antecedentes, pero ninguno se había quedado a comprobar que en realidad había cambiado.

Alen era una excepción, su amigo confiaba en él, jamás había dudado de él, pero no era para sorprenderse, Alen era así, sencillo, alegre, transparente y nada complicado. Era muy fácil llevarse bien con él y en un principio Jimin se estuvo medio enamorando de su amigo, pero al final Alen resultó ser más como un hermano. Y era mejor así o se habría muerto de celos a su lado; los años que vivieron juntos, vio un desfile de hombres pasar por la cama de Alen, hasta que se había enamorado de Chris.

A Jimin le gustaba Chris, y amaba verlo junto a Alen, sus amigos tenían la relación y el hogar que él soñaba, pero que sabía nunca tendría. Ya tenía treinta y siete años y no tenía nada que pudiera llamar suyo, solo su hijo. Cerró los ojos pensando en Taehyunie, su hijo era la única alegría y lo único de lo que se sentía realmente orgulloso en su vida.

Detuvo su pequeño y viejo automóvil frente a la casa de Alen y enseguida vio a su amigo salir a recibirlo.

—¡Hola Jimin! —le dijo Alen, dándole un sonoro beso en la mejilla—. ¿Cómo te sientes?

—Aún un poco atontado.

—¿Deberías estar conduciendo? ¿No hay advertencias en algunos medicamentos que lo indican?

—Prohíben manejar maquinaria pesada, dudo mucho que mi... tú pequeño auto sea considerado maquinaria pesada.

—No es mío, es tuyo —dijo Alen sonriendo—. A mi me queda demasiado pequeño.

—No lo será hasta que me dejes pagártelo. Y no puedo hacerlo en estos momentos —dijo avergonzado.

—No necesito el dinero, ni el automóvil; ya ves que Chris me dejó su camioneta vieja.

¿Vieja? Jimin subió las cejas sorprendido. Su automóvil era viejo, su cacharro tenía por lo menos quince años, pero la camioneta de Alen no tenía más de cuatro años. Chris le había comprado a Alen una nueva camioneta con el bono que había recibido como socio de la constructora, pero su amigo no la había aceptado. A regañadientes había aceptado la vieja.

DESTINADOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora