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-"Los chicos están a salvo" decían. "Nada les pasará con Dumbledore presente" -murmuraba Phoebe entre dientes mientras agarraba una mochila y le hacía un hechizo de extensión.

La pelirroja estaba a punto de escapar de Grimmauld Place. Estaba cansada de estar ahí encerrada sin hacer ni aportar nada. Finalmente, Dumbledore no la había dejado unirse a la Orden, argumentando que ellos protegerían a su hermano y a los demás. Ni siquiera recordaba bien lo que le había dicho porque estaba colérica, pero le había gritado muchas cosas, entre ellas que había permitido que Umbridge tomara su lugar en Hogwarts y había abandonado a su hermano a su suerte.

Parte de ella sabía que se había visto obligado a irse, pero no podía evitar pensar que él pudo haber evitado todo eso de alguna manera.

Estaba muy preocupada por su hermano e incluso por los amigos de este. A Hermione la tenían en la mira por ser hija de muggles, a Draco porque él y su madre habían desertado y también temía por la seguridad de Theodore y Blaise, quienes se habían hecho cercanos a Harry. Incluso temía por sus propios amigos del colegio. Todos pensaban que tenía una enfermedad muggle y por eso no estaba yendo a Hogwarts, pero temía que un mortifago intentara hacerles daño a sus amigos para sacarles información sobre su paradero.

No podía permitirse perder a alguien, menos a su hermano, así que iría ella misma a Hogwarts y se llevaría a todos lejos. Sabía que era una decisión precipitada y no lo estaba pensando bien, pero no le importaba en ese momento.

Comenzó a buscar en su habitación cualquier cosa que pudiera necesitar en su viaje. Finalmente tomó un libro, unos frascos vacíos de diferentes tamaños (para algo debían servir), y mucha ropa, incluyendo la camisa a cuadros que le había robado a Regulus y la bufanda de Hufflepuff que había pertenecido a su mejor amigo. La observó unos segundos sin pestañar, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a acumularse en sus ojos.

Perder a un familiar era duro, perder a una pareja también, pero perder a quien había sido su pilar, su único apoyo por muchos años había sido un golpe muy fuerte, uno del que aún no se recuperaba. Peor aún sabiendo que había sido asesinado solo por ser su amigo y estar en el lugar y momento equivocados. Durante meses intentó mantenerse fuerte porque sabía que su hermano estaba afectado por la muerte de Cedric y se sentía culpable (sabía muy bien que tuvo pesadillas todo el verano), pero había momentos donde necesitaba desahogarse.

Secó una lágrima que había caído cuando la puerta de su habitación se abrió. Regulus entró, cerró la puerta y tomó la mochila, sacando todo lo que Phoebe había guardado, que era mucho gracias al hechizo que le había hecho. Ella suspiró.

-¿Ya estás mas calma...? Hey, ¿qué sucede, nena? -preguntó Regulus al notarla cabizbaja.

Ella se sentó en la cama y, cuando Regulus la imitó, apoyó su cabeza en su hombro.

-Cedric fue asesinado enfrente mío y no hice nada para evitarlo.

-No podías, cariño -murmuró Regulus, acariciando su cabello-. No fue tu culpa la muerte de Cedric. Es de Voldemort. Y pagará por todo, te lo prometo.

Phoebe intentó contenerse, pero no lo logró. Sintiendo las caricias en su cabello y las palabras que Regulus le susurraba intentando consolarla, comenzó a soltar las lágrimas que llevaba varios minutos reteniendo.

-Mi mejor amigo está muerto, Reg. Aún espero recibir una carta suya, ¿sabes? Que me diga que está bien, que todo fue una broma de mal gusto -se interrumpió, pues los sollozos no la dejaban seguir hablando. Regulus la abrazó, haciendo que coloque su cabeza en su pecho-. Él era inocente. Sólo era culpable de ser endemoniadamente amable con quienes no se lo merecían, como todo un asqueroso Hufflepuff.

Sixteen [Regulus Black]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora