Veinticuatro

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Miriam

Se me quedó el cuerpo helado al verle ahí, avanzando por el pasillo junto a la doctora que había visto anteriormente. No podía ser. Noté mi pulso acelerarse a medida que se acercaba. Se detuvo delante de mí. Su compañera le miraba algo confundida.

- Cuanto tiempo, ¿no?-dijo con una más que notoria falsa amabilidad.- Te veo bastante bien.-añadió mirando a Mimi.

- ¿Por qué está él aquí?-preguntó Efrén a la doctora antes de que pudiera articular palabra.

- ¿Disculpe?-preguntó molesta la doctora alzando una ceja.

- No queremos que él atienda a nuestro padre.-respondió tajante Efrén.

- ¿Usted sabe que no está en la privada?-preguntó incrédula la morena de pelo corto.

- Déjalo, Laura, son conocidos, casi familiares.-respondió Álex sin apartar la mirada de mí.

Su compañera frunció el ceño, contrariada.

- Ya te hubiera gustado a ti ser familiar.-mascullé rodando los ojos. 

Hizo oídos sordos y el chico sonriente miró hacia el cristal, donde se podía ver a mi padre en la camilla, lleno de cables y rodeado de máquinas. Una sonrisa que me molesto muchísimo, ese cinismo tan particular de él.

- Le disteis un buen disgusto.-comentó sin apartar la mirada del cristal.

La doctora que estaba junto a él lo miró sorprendida por las palabras de su compañero. Si el anterior comentario le había descolocado, ese sin duda hizo que mentalmente se echara las manos a la cabeza. Mimi, pese a mantenerse en silencio, miraba la situación exactamente igual, sin entender qué estaba sucediendo ni delante de quien se encontraba, aunque por su mirada pude leer que intuía que no era alguien que me gustara demasiado encontrarme. Me miraba de reojo tratando de dar con la respuesta a todas esas preguntas que se estaba formulando.

- ¿Perdón?-pregunté tratando de contener lo que me había enfurecido aquel comentario. 

- Sí, llegó muy apurado, pero es normal, dada la situación, ¿no?-insistió con esa estúpida sonrisa.

Aquellas palabras eran pólvora para mi incendio y él lo sabía. De ahí que se mantuviera en aquella sonrisa. Podía notar cómo dentro de él había triunfalismo, disfrutaba de la reciente noticia. Tensé la mandíbula manteniendo mi cabeza alta. No iba a achantarme ante semejante  deshecho.

- ¿Pero tú quién te crees gilipollas?-preguntó Mimi con descaro y enfadada.

Álex soltó una carcajada.

- ¿Tú qué eres la amiga pitbull de Miriam?-preguntó jocos.- ¿O la amante?-añadió con una sonrisa disfrutona.

- Álex, ¿qué coño estás haciendo?-preguntó la doctora con incredulidad.- Vete.-sentenció.

- Laura, no me voy a ir.-respondió Álex con sorna.

La doctora le miró con frialdad y dureza. 

- Vete.-repitió tajante.

Álex escrutó con la mirada el semblante de su compañera y tras resoplar negó con la cabeza. Se peinó con la mano el tupé.

- Malditas feminazis de los cojones.-dijo separándose de su compañera tratando de marcharse.

- ¿Pero tú ...?-preguntó rápidamente la doctora ante el comentario desafortunadísimo de Álex.

El moreno no se detuvo y con un paso acelerado que denotaba su enfado, su perdió en el horizonte de pasillos y muchedumbre. La doctora por el contrario se pasó la mano por la frente dejando soltar el aire con pesadez.

BANDERA BLANCA - Miriam²Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang