Ryūnosuke

390 50 42
                                    

Mansión de Dazai...

Eran las 22:17hrs, demasiado tarde para que un bebé de poco más de un mes de nacido estuviera despierto. El Detective había hecho de todo para dormirlo, pero el pequeño sólo quería jugar con su osito de peluche, parecía ni tener sueño.

Estaba recostado sobre la cama al lado de su padre. Comenzaba a quejarse y a tener hambre pero rechazaba la leche del biberón que Dazai quería darle.

Vamos, Shuichi. Sé que extrañas a papi-mami Chuuya y su leche pero no tengo nada más para ofrecerte. Sólo bebe y duérmete—. Hablaba con cariño, intentando que Shuichi aceptara el biberón.

El niño movía su cabeza al lado contrario, apartando el biberón de él. Lloraba, tenía hambre pero no quería esa "leche artificial". Estaba resultando un problema para el castaño. No podía hacer que el niño se durmiera ni se alimentara. Se estaba cansando.

Niño, no puedes aguantar ni dos días sin estar con Chuuya. ¿No crees que estás siendo algo pesado y aprovechado?—. Lo tomó en brazos y comenzó a arrullarlo, aún cuando estaba sentado sobre la cama, recargado en una almohada.

Eres insistentemente terco, Shuichi. ¿Por qué tenías que ser de ese modo?

🌟

Al día siguiente, Dazai había decidido ir a la Port Mafia con Shuichi. Quería convivir con Ryūnosuke y al mismo tiempo presentarle a su hijo.

El pelinegro se veía algo celoso y serio, al ver la manera en que Dazai trataba al pequeño bebé. Se sentía excluido, a pesar de no ser hijo del de vendas.

Ryūnosuke, ¿Por qué no vienes y juegas con Shuichi? Dentro de un año te convertirás en su hermano mayor, y debes cuidarlo en mi ausencia—. Dijo Dazai. Pedía al pelinegro que se acercara, y eso hizo.

Dazai-san, ¿a dónde irás?—. Preguntó con tristeza. Tocaba el cabello del bebé, mientras éste le sonreía.

Moriré. Es inevitable—. Contestó sin voltear hacia el niño. Aún consideraba si llevarse al otro mundo a Shuichi con Chuuya, o no.

El rostro de asombro del niño se hizo notar. Comenzó a derramar lágrimas que limpiaba con sus puños.

Ryūnosuke, ven aquí—. Lo atrajo hacia él, abrazándolo y besando su frente.
No debes llorar, niño. Yo no estaré, pero estoy seguro de que Shuichi estará feliz de tenerte como hermano—. Dijo.

Ryūnosuke lo abrazó repentinamente. Lloraba y recargaba su cabeza en el pecho de Dazai, quien acariciaba su cabello negro con ternura, queriendo consolarlo.

Yo quiero tener un papá—. Dijo entre llantos. Una indirecta bastante directa que Dazai no quiso aceptar.

Mori-san será como tu pa...

¡No! ¡Mori-san es aburrido! ¡Yo quiero que Dazai-san sea mi papá!—. Sollozaba, aferrándose al detective y mojando su camiseta con sus lágrimas.

Dazai no quería darle falsas ilusiones al niño. Ryūnosuke tenía siete años y él 23, sólo se llevaban dieciséis años de diferencia, ¿qué haría él con un niño de cierta edad que ya ha sido criado de una manera que desconocía? Además, su muerte sería dentro de un año, ¿cómo adoptaría si sólo viviría poco tiempo con él? Ni siquiera sabía qué hacer con Shuichi, con dos niños mucho menos.

Ryū-kun. Eres un buen niño. Yo te aprecio mucho y te quiero, pero no puedo...

Mori-san tenía razón. Yo siempre seré un huérfano—. Iba a alejarse corriendo, pero el Detective sujetó una de sus manos, y apartó los flequillos laterales del niño.

Hoy te presentaré a dos personas más, Ryū-kun. Una de ellas está de visita en Yokohama, aunque es de Ōsaka. Y la otra persona está en la parte más alta de este edificio—. Dijo. Tomó a Shuichi en brazos y pidió a Ryūnosuke que lo siguiera.

Subieron a un elevador hasta llegar cinco plantas más alto de donde se encontraban inicialmente. Ryūnosuke tenía cierta pena por no saber con quién es se encontrarían. Por su parte, Dazai estaba feliz y podía sentir que Shuichi también lo estaba.

Llegamos, Ryū-kun, Shuichi. Es en esta habitación—. Con su mano libre, sin no perjudicar mucho a Shuichi por haberlo soltado con una mano, abrió la puerta, dejando entrar al pelinegro primero.

Dazai-san, ¿quién es él?—. Preguntó al ver a la persona que buscaban. Dazai sonrió.

¡Chuuuuuyaaaaaa! ¡Te traje a tu hijo! Él no puede vivir ni dos días sin tí. Ayer por la noche no quería su biberón.

Se acercó al pelirrojo y le entregó cuidadosamente al pequeño castaño que sonreía al verlo.

¡Mi bebé Shuichi!—. Lo recibió gustosamente. Besaba las mejillas del niño con amor, y lo abrazaba sin lastimarlo. Shuichi lo disfrutaba.
También te extrañé, mi príncipe.

Dazai sonreía. Se acercó a su esposo y acarició sus cabellos. No podía saludarlo de otra manera si Ryūnosuke los observaba curioso.

Chuuya. Él es Ryūnosuke, un niño huérfano que me quiere de padre—. Posaba sus manos sobre los hombros del niño, acercándolo a Chuuya.
Ryūnosuke, él es Chuuya, mi esposo. Él es el otro padre de Shuichi—. Presentó.

¡M-Mucho gusto, señor!—. Hizo una reverencia avergonzado, y se ocultó detrás de Dazai, como acostumbraba.

Es un gus... ¡¿Ahhh?! ¿Por qué te ocultas detrás de Dazai, Ryūnosuke-kun?—. Preguntó Chuuya. Se agachó para ver más de cerca al pelinegro, aún cuando sostenía a Shuichi.
¿Dices que quieres que Dazai sea tu padre? ¿Y qué opinas de mí? Soy el esposo de Dazai.

Ryūnosuke tenía los ojos llorosos. ¿Acaso Chuuya lo estaba aceptando? Eso creía. Abrazó una de las piernas del vendado mientras se mantenía "escondido".

¡Oye niño! ¡Deja de ser tan tímido! Te hice una pregunta.

No lo presiones, Chuuya. Llevaré a Ryūnosuke a qué conozca a mi tía Rena. Ella se ha quedado sin mi tío Ryōma y sin su hijo Hiro. Aunque tenga 45 años, seguro querrá adoptar a Ryū-kun—. Propuso el castaño.

Ryūnosuke sólo escuchaba la conversación. Tenía la cabeza agachada y pronto derramaba lágrimas, de nuevo. Apretaba sus pequeños puños y hacía lo posible porque su silencioso llanto no fuera descubierto.

— Dazai... Llévalo con Rena Dazai-san. Déjalo un par de días en Ōsaka. Pero si no se siente cómodo, tráelo de vuelta aquí... Si no me hubiera hecho pasar por muerto pudiera salir de este lugar. Pero soy una persona bastante reconocida y esos locos están sueltos...—. Dijo Chuuya. Dejó a Shuichi sobre la cama, y fue hacia el pelinegro, poniéndose a su altura.

— Creo que tienes razón, Chuuya...

"Si mi muerte no estuviera destinada a ser dentro de un año, sin duda me quedaría con Ryūnosuke. Él merece la oportunidad..."
Pensó.

— Ryū-kun. Dazai te llevará a conocer a una buena mujer. Te quedarás dos días con ella, en Ōsaka. Si no te gusta como mamá, pide a ella que llame a Dazai para traerte de vuelta. ¿Está bien?—. Dijo Chuuya. Acomodaba su sombrero. El niño sonrió y abrazó al pelirrojo repentinamente.

— ¡Gracias, señor rojo!

— ¿¡S-Señor rojo?!

CASO 105 [SOUKOKU]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora