3: ¿Por qué no seguirle el juego?:

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Los pasillos estaban casi despoblados, solo había alguno que otro estudiante que pasaba por ahí, Megan camino tranquila pensando en otras cosas, trabajos que debía hacer, pociones que preparar, y otras cosas, demasiados aburridas. Pero aun tapando su mente con todo aquello la pregunta que se había formulado esa mañana seguía vigente por lo menos hasta que ella le de una respuesta.

Estaba tan sumergida en sus pensamientos que no oía los pasos que la venían siguiendo desde hace ya varios minutos, pasos que cada vez eran más rápidos y se acercaban. Una mano se estiro para posarse en su hombro, Megan volteo con rapidez y sacando la varita en caso de que tenga que defenderse.

-¡Oye espera!-La voz de Jack la hizo reaccionar, dio un suspiro y guardo su varita, para luego golpear a su amigo en el hombro.

-¡No vuelvas a darme un susto así!-Le reclamó ella mientras seguía golpeándolo, el solo daba pequeñas risas mientras trataba de esquivar los golpes de su pequeña amiga. El tomo sus muñecas para que parara.

-Eso duele.-Dijo con una sonrisa, la miro directamente a los ojos, con una mirada que podía verle hasta el alma, soltó sus muñecas con ternura y sin apartar la mirada de sus ojos acomodó un mechón de cabello rebelde detrás de su oreja, ella sonrió y él le devolvió el gesto.

-¿Por qué te fuiste así?-Pregunto ella frunciendo el ceño mientras rompía el contacto visual.

-No quería que Violet empiece con sus típicos interrogatorios-Roda los ojos, Megan asintió y sin aguantar la duda que la carcomía por dentro le preguntó.

-¿Y quien es?-Una sonrisa se curvo en sus labios. Jack la miró de reojo.

-Meg, no quiero hablar sobre eso.-Dijo con el ceño fruncido.

-¿Por qué no? ¿No somos amigos? ¿No nos conocemos hace ya seis años?-Pregunto ella con indignación.

-¡Si!-Exclamo el cansado.-Es solo… Que no quiero hablar de eso.-Dijo mientras volvía a clavar su mirada en la de ella. El resto del camino ambos solo se quedaron en silencio, llegaron frente al retrato de la Dama gorda y Jack dijo el santo y seña ambos entraron para luego subir las escaleras que los llevaban a las habitaciones, Megan estaba cansada, solo quería dormir.

Jack dejo a la chica en la puerta de su dormitorio, la volvió a mirar fijamente para luego decir:

-Tienes unos ojos preciosos.-A lo que ella respondió con un leve sonrojo en las mejillas, el sonrío, poso su mano delicadamente en una de ellas para luego quitarla rápidamente como si de fuego se tratara, se despidió de forma brusca y rápida para irse pitando a su dormitorio, Megan frunció el ceño ¿A que se debía tan raro comportamiento en su amigo?

Suspiro y entro a la habitación, se acostó en su cama abrazando sus rodillas, su mascota, una hermosa gata manchada llamada Abbie salto a la cama y se acurruco cerca de ella.

Megan acarició a su mascota distraídamente, tomo el un libro que tenía cerca de su cama y comenzó a leer. Cuando sus ojos ya estaban cansados, y sus parpados se cerraban lentamente, dejo el libro a un lado, abrió las cobijas de su cama y se durmió rápidamente.

Al día siguiente despertó temprano, se vistió, se peino y salió de la habitación, fue a la sala común y se sentó en uno de los sillones, miro las pequeñas chispas que aun revoloteaban cerca de las brazas que amenazaban con apagarse en breve.

Se levanto y salió de la sala común, la mañana estaba fría en los desolados pasillos del castillo, el sonido de sus pasos hacían eco. Megan suspiró y paso por el gran comedor, había unos pocos estudiantes ahí, algunos desayunando algo, se sentó, acomodó sus lentes, y luego comenzó a comer.

 ¡Te odio Fred Weasley! ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora