Capítulo 9

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Mary alzaba su mano para llamar mi atención mientras se acercaba a mí.

—Hey, Mary, ¿qué te trae por acá? —La saludé con una sonrisa nerviosa.

—Ya que ayer no vimos una película romántica creo que es mi turno para verla en el cine —se encogió de hombros.— Veo que vienes con Emily, el beso cobró efecto en ustedes.

La mire con seriedad, ella solo sonreía, ¿por qué tenía que recordarlo? Pudo haber fingido que nada pasó, pero ¿por qué me afecta tanto si no significó nada? ¿Será cierto lo que dice Mary? Tal vez si me gusta...

¡No! Annie tienes novio y lo amas mucho y él a ti, no puede gustarte una chica, quizás solo la admiro por ser una gran modelo famosa.

—¿Annie? —Llamó mi atención sacándome de mis pensamientos, debí incomodar a Mary con mi silencio y seriedad.— La película está por empezar así que tengo que irme.

No me despedí de ella, solo se alejó, alguien me tocó el hombro y di un pequeño salto, era Emma con dos boletos en la mano.

—¿Quién era ella? —Me preguntó con seriedad en su rostro, estaba ¿enojada?

—Solo era Mary, la chica que trajo Lindsay a la pijamada.

—Oh...—su expresión cambió, ahora estaba sonriendo, a veces me sorprende lo bipolar que es ella.

—¿Tienes los boletos? ¿qué película veremos? —pregunté entusiasmada.

—Ya lo verás —me tomó de los hombros y me guió hasta la sala donde veríamos la película.

La curiosidad me mataba, quería saber que tipo de película sería capaz Emma de elegir para ambas.
Nos sentamos hasta arriba juntas, no había mucha gente y estaba más oscuro.

—En los cines no se supone que esté tan oscuro al punto de casi no ver nada —le susurré a Emma.

—Exactamente, es para ambientar el lugar —Me susurró de vuelta.

—¿Qué clase de película necesita tanta oscuridad para su ambiente? —pregunté.

—Una de terror —contestó sonriente acomodándose en su asiento.

—¿Qué? No, no, no, ¡yo me voy de aquí! —Me levanté del asiento haciendo casi un escándalo.

—Shh siéntate, cariño. Elegí esta película porque anoche vimos una de comedia y no me gustó.

Me tomó de la muñeca y me miró con ese brillo en sus ojos suplicantes que me obliga a hacer lo que ella diga. Yo solo rodé los ojos, no puedo creer que a nadie le haya gustado mi película de comedia.

—Tendré pesadillas —bufé.

—¿Qué edad tienes? ¿ocho? Vamos, linda, no te pasará nada, yo te protegeré.

No sé que tiene ella pero me hipnotiza y me tiene a sus pies.

—Está bien —suspiré y me senté de nuevo pero Emma aún no me soltaba la muñeca.

Comenzaba a incomodarme pero ella no se daba cuenta, solo veía los comerciales del cine con mucha atención, normalmente suelen poner próximas películas relacionadas con la que veremos.

Incluso los comerciales de terror me daban miedo así que preferí no verlos; en cambio, Emma parecía disfrutarlos más que nunca, jamás vi a alguien tan emocionado por un tráiler.

Me apretaba la muñeca con suavidad, se dejaba llevar por su emoción, realmente le apasionan las películas de terror.

Traté de liberar tensión, cerré los ojos, suspiré y me acomodé en mi asiento.
«Solo es una película, todo es inventado, nada es real» me repetía a mi misma para calmar mis nervios.

La película comenzó, colocaron los nombres de los productores y colaboradores.
Todo iba genial hasta que...

«Una historia basada en hechos reales»

—Mierda, esto si que se va a poner bueno —comentó Emma.

Cada vez me ponía más tensa, ¿cómo voy a sobrevivir dos horas a eso? Quizás no salga viva de aquí.
Emma pareció notar mis nervios.

—¿Te encuentras bien? —puso su mano en mi rodilla haciendo que un escalofrío corriera por mi espalda.

—S-si... estoy bien —traté de formular pero estaba nerviosa.

—Si te sientes mal podemos irnos y volver otro día.

¿Otro día? no quiero volver, muchas gracias.

—No te preocupes, puedo con esto —fingí una sonrisa.

Emma hizo una mueca y volvió a acomodarse en su asiento. Annie, acabas de firmar tu muerte.

La película transcurrió normalmente, no había nada terrorífico hasta el momento pero miraba con precaución la pantalla porque sabía que tarde o temprano me llevaría el susto de mi vida.

Trataba de ahogar mis penas bebiendo refresco y atragantándome con las palomitas.

—Hey, no te las acabes, ni siquiera empieza lo bueno —susurró Emma.

La fulminé con los ojos y seguí comiendo pero no pareció importarle esta vez.

Pronto el ambiente se pone más tenso, el sonido de una caja musical interrumpe el silencio que había anteriormente.

Para un niño sonaría relajante, pero en una película de terror es como un aviso de que lo peor está por venir.

Yo no soportaba esto, ya no quería seguir viendo, odio las películas de terror, siempre las odié.

Tal vez piense como si tuviera ocho años, ella tenía razón, ¿por qué no le dije que si quería irme? De alguna manera no quería quedar mal.

Inconscientemente me aferre a su pecho y comencé a llorar en silencio, alertada por mi acción, Emma se preocupó.

—Cariño, ¿estás bien? —preguntó con cierto tono de preocupación mientras me acariciaba el pelo.

—No quiero estar aquí —traté de formular sin despegar mi cara de su hombro.

—Esta bien, linda, entiendo, solo tenías que decirlo.

Ambas nos levantamos, ella tomó mi mano y me guió a la salida mientras secaba mis lagrimas.

Llegamos a lobby, nuevamente el aroma a palomitas acarameladas penetraba el lugar, comenzaba a darme náuseas así que me solté de Emma.

—Necesito ir al baño —no quise mirarla, bastante pena di cuando me vio llorar.

Enjuagué mi cara y me miré al espejo, me odiaba mil veces por ser tan sensible.

Me encerré en un cubículo y me senté en el retrete aún con un nudo en la garganta, trataba de no llorar pero no podía pensar en otra cosa más que la vergüenza que pasé junto a Emma.

Una supermodelo internacional, talentosa, probablemente con mucho dinero y una gran personalidad.

¿Qué pensará de mí después de esto? Su estadía conmigo no ha sido de las mejores experiencias, ella se merece más; ¿sabes con quién estás tratando? abre los ojos, Annie, no es cualquier persona, es Emma Schneider.

No conozco nada de ella pero sé que ella es un icono importante a respetar, ¿dónde quedaron mis modales?

Me estaba insultando una y mil veces a mí misma tratando de reflexionar y comprender mi situación.

—Soy una estúpida —susurré entre sollozos mientras miraba mis zapatos en el sucio suelo de mármol.

—No opino lo mismo...

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