Parte 48

24.7K 3.8K 3.2K
                                    

La mandíbula de mi tía estaba tan tensa que temí que fuera a partirse una muela mientras conducía. Sabía que no me iba a librar del castigo, así que para que la bronca acabara cuanto antes le conté la versión resumida de lo que había pasado en la montaña mientras llegábamos a casa. No abrió la boca en todo el relato, ni siquiera cuando le conté que había movido nieve con la mente, algo por lo que había amenazado con echarme de casa. Tampoco pareció impresionada por la historia de Héctor. No apartó la vista del asfalto mientras le escuchaba todo por lo que había tenido que pasar mi protegido. Su silencio me inquietaba, especialmente porque nada más entrar en el apartamento me mandó a dormir. A pesar de lo intrigada que estaba, obedecí sin rechistar, feliz de haberme librado de la bronca.

En cuanto me metí en la cama mi cabeza empezó a echar humo, repasando a toda velocidad los acontecimientos del día. Estaba muy emocionada por lo que había pasado en casa de Héctor, en su cama. Que confiara en mí de esa manera, que hubiéramos estado tan cerca hacía que una sonrisa asomara en mi cara. Por otro lado, se me encogía el corazón al recordar lo que me había contado. No era justo todo lo que había tenido que vivir.

Aunque fuese un poco borde, era una buena persona. Me había pedido perdón por cosas de las que no tenía culpa: el día que lloré en su casa fue porque descubrí que mi madre no estaba en China, que me habían mentido. Cuando pegué a Jorge cargó con la culpa y le castigaron a él en vez de a mí. Era normal que desconfiara de mí cuando le partí la pierna a Mario delante de todo el instituto. Me quedé con la duda respecto a lo del botellón, dijo que yo solo trataba de animarle y él... él... ¿él qué? ¿me calentó las manos? Tenía que haberle preguntado, igual que tenía que haber reaccionado de alguna manera cuando me contó su historia. Tendría que haberle abrazado, haberle jurado que le protegería o haberle consolado de algún modo.

Justo antes de quedarme dormida recibí un mensaje suyo que ponía "Gracias". Eso prolongó mi insomnio media hora más en la que no supe si contestarle "de nada", "a ti", "no es nada", "siento por todo lo que has pasado", "no es nada, ya me lo pagarás con besos". Ni siquiera sabía qué emoji usar. Había demasiados emojis en mi teléfono y eso complicaba estas cosas. Al final me quedé dormida sin contestarle nada.

Me dormí tardísimo así que agradecí que el domingo mi tía no me despertara hasta la hora de comer. Seguía tratándome con frialdad, y usando el mínimo posible de palabras para dirigirse a mí me pidió que le volviera a contar todo, esta vez con más detalles. Conforme hablaba la notaba cada vez más tensa. Llegó un punto en el que dejó de masticar la comida, se la metía en la boca y se la tragaba entera usando un poco de agua.

—¿No vas a decir nada? —pregunté con la voz temblorosa cuando no pude soportar más la tensión.

No estoy segura de si suspiró, gruñó o hizo ambas cosas a la vez.

—Estoy pensando.

Cada vez le tenía más miedo.

—¿Qué piensas?

—En cómo le voy a dar la noticia a Adriana de que su hija ha muerto —la forma pausada y serena con la que hablaba me heló la sangre—. Debo esperar a que esté sentada ¿verdad? Te tiene mucho cariño y con un golpe así podría marearse. ¿Le preparo un café o una taza de té? ¿Qué crees que le sentará mejor al estómago cuando su mundo se vaya a la mierda?

No contesté. Cualquier cosa que hubiera dicho habría empeorado la situación y no estaba segura de si aquello era una amenaza u otra cosa.

—Tu madre se va a quedar destrozada —suspiró mirando a la nada—, pero supongo que eso también te da igual. Es más importante ganar puntos con ese Harry Styles de mercadillo al que crees que estás salvando. Lo cual es bastante irónico porque en realidad sólo prolongas su sufrimiento.

Cuervo (fantasía urbana)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora