Emily.
Tal como Magnus lo prometió, ayer no apareció mientras tomaba el almuerzo y tampoco se presentó a la hora de la cena, dejándome en completa soledad frente a un comedor exageradamente grande.
Se sintió extraño estar sin él y aún más al saber que estaba cenando a pocos metros de mi, solo con la intención de ignorarme.
Me encuentro ahora en la habitación, peinando mi cabello frente al tocador nuevamente sola.
A decir verdad, no sé si Magnus vino a dormir ayer pues su lado de la cama se encuentra intacto, como si nadie hubiese ni siquiera tocado las sábanas y estoy casi segura que fue así.Escogí para hoy un vestido rosa que ayudara a subirme el ánimo, de escote bajo pero recatado y lleno de flores que crean un camino hasta mis hombros. Tiene mangas amplias y vaporosas las cuales están hechas en tul, cubierto con pequeñas perlas rosácea, las cuales también están esparcidos a lo largo del traje que a su vez finaliza con una falda amplia que me cubre hasta los tobillos.
Cuando estoy a punto de levantarme del tocador, la figura de Magnus hace presencia en la habitación. Su traje oscuro ilumina de alguna forma la estancia y aunque quisiera decir lo mismo de sus ojos verdes, me es imposible hacerlo.
Su mirada es fría y solo me dedica un vistazo. Pasa luego hasta el vestidor donde se pierde unos segundos antes de salir abrochando una capa a su cuello.
- Buenos días. - Lo saludo pero no hay respuesta de su parte.
La incomodidad está presente en el ambiente mientras él se arregla frente al espejo, pasando de mi.
- ¿Vas a salir? - Lo intento nuevamente, sin embargo continúa ignorándome. - Por favor dime algo. Al menos responde esa pregunta.
- Creo que no es de tu incumbencia si salgo o no y más aún si eres esa persona que lo hace a hurtadillas.
- Ya he dicho que lo lamento.
Magnus vuelve a quedarse callado como si jamás me hubiese escuchado o como si mi voz fuese indigna para prestarle atención. Sin embargo no me detengo.
- ¿Viniste a dormir anoche?
- No. - Dice con firmeza.
- Puedes hacerlo, la cama es suficientemente grande para que no tengamos siquiera que rozarnos.
Magnus continua inescrutable, sigue viéndose en el espejo como si yo no hubiese dicho nada.
- Mi familia viene a cenar esta noche y me gustaría que estuvieses presente.
- No cuentes conmigo.
- Es mi familia. - Alego. - Incluso viene mi hermana Liz.
- Creo que he sido más que claro. No puede entusiasmarse menos sentarme allí y fingir que estamos bien.
- Creo que ha sido suficiente el ignorarme ayer. No veo razón para hacerlo hoy. - Hablo pero él se niega a responder. - ¿Dime que quieres Magnus? Dame algo para entenderte.
- ¿Recuerdas tus votos? - Inquiere y no sé a qué se refiere. - Dijiste que guardarías silencio cuando fueras el motivo de mis turbaciones, pues ahora es momento de cumplir esa promesa.
Su tono es cortante al responder y desafortunadamente es lo último que escucho antes que desaparezca por la puerta, generando un seco golpe al cerrarla. Me odia, esta claro y Magnus se ha empeñado en hacérmelo saber.
••••
Tal como sucedió ayer, he desayuno a solas y desde nuestra conversación en la habitación no lo he vuelto a ver.
El palacio se siente silencioso y totalmente apagado, lo cual me resulta incómodo.
Creo que no sé qué es peor, si discutir con alguien todo el tiempo o que esa persona decida ignorarte.
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El corazón del Rey. [Rey 3]
General FictionLas huellas de un pasado doloroso persiguen al rey Magnus Lacrontte, quien ha levantado murallas para no volver a ser lastimado o traicionado, pero aún así el destino siempre encuentra una manera de burlarse de él, dejándolo en la posición menos ven...