«Renunciar a ser niños, renunciar a ser príncipes, y afrontar ser reyes a los veinte años no era fácil; y mucho menos si aún no resolvían sus problemas amorosos, ni protegían al mundo con sus poderes. La última y definitiva batalla se acercaba más r...
Los contó, y al ser consciente de que eran varios, volvió a contarlos. Chan supo que no estaba equivocado, en el grupo faltaban dos, por lo que no pudo evitar suspirar frustrado. Se había hecho tarde, y se haría más tarde si los esperaba. Miró a Woojin, y éste le preguntó con la mirada qué pasaba y por qué aún no se iban. Bang se acercó rápidamente a él.
Todos ya estaban fuera del palacio, listos para salir del reino como habían acordado el día anterior, pero los planes se habían estropeado por Seungmin y Hyunjin, quienes aún no llegaban.
— ¿Sabes dónde están? — cuestionó el líder en cuanto le había informado de la situación.
Más allá de la discusión que habían tenido, Woojin sabía de alguna forma que Chan lo necesitaba como apoyo para el equipo.
— Se suponía que Chaeryeong les informaría que hoy debíamos irnos temprano.
Chan soltó un bufido y supo que tenía la atención de todos sobre él.
— Yo sí le informé a Seungmin. Pero no sabía que debía hacer lo mismo con el rey Hwang. — manifestó Chae con tranquilidad.
— Tú te habías ofrecido. — indicó Woo con convicción.
— Yo me había referido a Seungmin. — se defendió la castaña.
— Eso ya no importa. Iré por ellos-
— Yeji ya fue por ellos. — interrumpió Jeongin al líder, ganando así la atención de los demás. — ¿Voy también?
Chan asintió con los labios fruncidos.
— De acuerdo. — murmuró Yang, comenzando a caminar hacia las grandes puertas.
— ¿Podrías simplemente tele-transportarte? — cuestionó el líder con exasperación, e inmediatamente Jeongin desapareció a medio camino.
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Abrió los ojos de un segundo a otro en cuanto algo importante cruzó por su mente, algo que había olvidado por lo cansado que se sentía.
Se quedó mirando el techo alto y blanco por unos segundos, para después sentir cómo Hyunjin; quien estaba echado a su lado, con su cabeza apoyada de lado en su pecho, casi llegando a su barriga, mientras su brazo abrazaba la parte baja de su cintura; se removía y jalaba las sábanas para poder crubirse mejor. Seungmin nuevamente entró en cuenta de lo que pasaba.
— Hyunjin. — susurró, para no despertarlo bruscamente. El castaño se quejó aún dormido cuando Min sacudió levemente su brazo. — Oye, despierta. Debemos irnos. — y entonces recordó que no le había informado de la situación en la que ahora estaban. Suspiró y comenzó a sentarse poco a poco. — Hyunjinnie, ya. — volvió a llamarlo. Una vez sentado el dolor de su espalda baja lo atacó ferozmente. — Oh, mierda. No debíamos, al menos ayer no. — resopló, sintiendo las consecuencias de sus acciones. — A veces eres muy bruto, ¿sabías?
