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James Potter encontró, finalmente, a su hija en el baño del segundo piso. La muchacha estaba en el suelo y se había quedado dormida, o eso suponía él para no pensar lo peor.

La llevó en brazos hasta la habitación que compartía con sus amigos y la recostó en su cama, para luego correr los cabellos que tapaban su rostro. Sus mejillas estaban rosadas y los párpados los tenía hinchados, por lo que no fue muy difícil descifrar que estuvo llorando.

Acarició su cabello, notando que la menor se removía en la cama con incomodidad y tomaba su mano entre sueños. Miró a sus amigos, preocupado.

—¿Qué creen que le suceda? —preguntó nervioso.

Sirius y Remus hicieron una mueca al ver a su amigo de esa forma. Nunca lo habían visto así, tan angustiado y preocupado.

—Tal vez tuvo un ataque de pánico por esta... situación —habló Remus—. Recuerda que no es raro sólo para ti, James. Phoebe tenía toda su vida en el futuro y de un día para el otro apareció aquí.

James miró a su amigo unos segundos, inseguro, pero luego asintió. Debía ser eso, no podía ser nada más. Rogaba para que no sea nada más. Si algo le había sucedido mientras él no estaba, si alguien le había hecho daño, entonces él no respondería por sus actos. Era su hija y debía protegerla, no importaba si la acababa de conocer.

Se recostó al lado de su hija cuando Remus y Sirius también se acomodaron en sus camas. Peter llegó momentos más tarde y se fue directo a dormir, pero ni James, ni Remus ni Sirius podían dormir. A los tres los molestaba la situación de Phoebe. No exactamente tenerla con ellos, sino la razón de su aparición. Por la manera en la que se había asustado al aparecer allí, era obvio que el viaje al pasado no fue obra suya. Había aparecido allí de alguna manera, y los balbuceos que había soltado al despertar en la enfermería no habían aclarado nada.

Remus y Sirius se enderezaron en la cama cuando la chica comenzó a sollozar en sueños y balbucear palabras ininteligibles. James la agarró de los hombros, intentando despertarla, pero no funcionó así que simplemente la abrazó.

—Tranquila, cariño —susurró—. Por favor, despierta. Es sólo una pesadilla. Estás a salvo, estás conmigo.

Phoebe tardó unos segundos hasta que despertó, pero en ningún momento dejó de llorar. James reforzó su agarre cuando la adolescente escondió su cara en su pecho, y se preguntó mentalmente cuántas veces se habría despertado por pesadillas y él la consoló.

Y de golpe, mientras Phoebe volvía a quedarse dormida en sus brazos, las palabras del día que llegó llegaron a su cabeza.

(...)

Phoebe se sentó en la mesa de Slytherin, ganándose varias miradas. Se sirvió un poco de café y agarró una tostada, a la vez que Adelaide y Regulus se sentaban enfrente de ella. Ella los miró casi con pánico, pero ellos no lo notaron. Tal vez era porque Adelaide llevaba mala cara mientras escuchaba al chico a su lado hablarle.

—Buen día, Phoebe —saludó Adelaide con entusiasmo, mientras que Regulus le dedicaba una sonrisa de medio lado y dejaba de intentar llamar la atención de su novia.

Phoebe los maldijo por lo bajo. Se suponía que debía odiarlos, pero no podía hacerlo si eran tan amables con ella.

Además, Sirius siempre decía que Regulus era insoportable en Hogwarts, algo así como Draco. ¿Por qué era tan bueno con ella si se suponía que venía de una familia d traidores?

—Hola —devolvió el saludo la pelirroja.

—Anoche no tuvimos tiempo de mostrarte tu habitación. ¿A dónde te fuiste?

Sixteen [Regulus Black]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora