«Renunciar a ser niños, renunciar a ser príncipes, y afrontar ser reyes a los veinte años no era fácil; y mucho menos si aún no resolvían sus problemas amorosos, ni protegían al mundo con sus poderes. La última y definitiva batalla se acercaba más r...
Nada resaltante. Nada fuera de lo común. Si no fuera porque era él, podría considerarlo como un libro más del montón, que sólo tenía una linda pasta, pero nada más que eso.
Sin embargo, JungKook sabía que ese libro era mágico, y ese libro guardaba en su interior una variedad de hechizos que sólo podían ser utilizados por el dueño. Por el chico estrella. Por Seungmin.
— Si sólo lo puede usar él, entonces ¿por qué me mandaste a traerlo? Arriesgue mi maldita vida. — se quejó Yugyeom en voz alta.
Los tres hechiceros se encontraban en la oficina real, junto con SeokJin, quien aún estaba encerrado y los escuchaba atentamente, con una tranquilidad algo desesperante para Jungkook, el cual no le quitaba los ojos de encima al libro que había colocado sobre el escritorio.
— Por más hechicero de sangre pura que seas, nunca podrás usar ésos hechizos. Están celosamente reservados para aquel que nazca con la estrella en la frente. — indicó Hoseok desde su posición.
JungKook intentó nuevamente abrir el libro blanco, pero éste seguía sin ceder. Soltó un bufido frustrado y entonces miró a sus compañeros.
— Utilizaremos ésta cosa como parte de un trueque. Al fin y al cabo no nos sirve, pero a él sí. — mencionó Kook con sus manos en su cintura.
— ¿Trueque? ¿Qué le pedirás a cambio? ¿A Chaeryeong? ¿La siguiente parte del hechizo? ¿¡Qué mierda él va a aceptar darte!? . . . ¡Absolutamente nada! — vociferó Yugyeom con claro enojo que volvió el ambiente pesado. — No nos dará nada que le importe.
— Pensaré en algo útil. Algo que nos pueda servir o-
— Te estás quedando sin ideas . . . Admítelo. — le murmuró el mayor con la mandíbula tensa de la ira y la frustración. — El gran JungKook jamás previó todo lo que esos niños podrían lograr hacer . . . Porque el gran JungKook sólo piensa en sí mismo. — y tras decir aquello se retiró rápidamente del lugar, sin dedicarle otra mirada más al resto.
Hoseok miró de soslayo a Kook, para después ir tras Yugyeom sin querer comentar al respecto.
Mientras tanto, JungKook suspiró, sintiendo con claridad cómo poco a poco se quedaba sin respiración. Se sentía asfixiado. Se sentía cansado . . . Sentía que se estaba alejando de su meta, y el miedo le estaba causando todas esas emociones. Ni siquiera miró a SeokJin cuando decidió irse del lugar en busca de aire, dejando el libro a merced de cualquiera que se decidiera a entrar. Alguien con mucha valentía.
— El libro estrella. — leyó Jin desde su posición, y entonces sonrió. — ¿Alguna vez te han usado para algo verdaderamente útil? . . . No lo creo.
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Los reyes, princesas y la única plebeya se encontraban camino al lugar de mayor impacto de Jeongin, por lo que en ése momento caminaban entre las personas que se hacían de lado para darles paso, haciendo más cómoda la caminata. A pesar de que el jefe de guardias reales se había ofrecido a resguardarlos llevándolos en auto a su destino, fueron los reyes Yang quienes se negaron rotundamente, ya que no querían que nadie más que el equipo se involucrara en el problema que tenían con el planeta de hechiceros.