Una joven sin nombre decide tomar la mano de un extranjero japonés, quien le ofrece la libertad del viajero en altamar. En su mente, ella traza mil y una noches de ensueño, sin sospechar que su travesía se teñirá de negro una vez se encuentre a solas con el padre de su nuevo prometido. 気が付けば白い海ママが愛していた "Entonces me percato de que es el mismo blanco mar que mamá amaba..."

Cristina, una jovencita precoz de profunda viveza emocional, se declara inspirada por la belleza misteriosa de Eli. Aquella silueta de cuello largo y cabellos purpúreos bajo el sol representa el origen del misterio desde que es incapaz de identificar en ella un sexo. Ansiosa por conocer el secreto bajo las faldas vaporosas y poniendo su amistad con la hija de la casa como pretexto, comienza a realizar constantes visitas a la familia Durand durante las vacaciones de verano. Ellos no solo le abrirán las puertas a un mundo lujoso, amable y rico en cultura, sino que a manos de la musa anhelada conocerá reflexiones básicas sobre el arte y el corazón: ambos, de inmensa diversidad y complejidad, son difíciles de asir. Eli, de alma siempre protestante, le mostrará la importancia de conocer el canon para, bien consciente de sus movimientos, quebrarlo y emplear el arte como el medio de expresión más sublime de todos. Con la sexualidad que despierta palpitante en el pecho, Cristina vivirá un estío de emociones turbulentas, como el caer de la venda en sus ojos hacia un mundo más bello, más cruel... o el sabor agridulce del primer amor. *** Ilustración: Daniel F. Gerhartz

"Entonces, cuando experimenté por primera vez el horror carnal, el aire también olía a verano." Muchos años después, Cecilia narra sus vivencias cotidianas y el primer amor al lado de Laura, una jovencita perdida y solitaria, incapaz de hallar su sitio en el mundo. Durante el estío, ambas perpetuarán un crimen indecible, imborrable, que las enlazará en el recuerdo por el resto de sus vidas. ADVERTENCIA: Si es usted una persona muy sensible, algunas escenas del siguiente relato podrían resultarle molestas o inquietantes.

En las noches de luna, Inés repite un ritual que consiste en su mutilación entre las espinas del rosal. Cuando era niña, lo perpetuaba en nombre de aquel amor cruel, negado por su madre. Ahora que ella está muerta ¿cuál es la causa de su sufrimiento? ¿Quién ha de consolarla? La amable Dolorosa, o acaso otra figura en las sombras...