Desde aquella noche maldita, algo en Joseph se quebró. No hizo ruido. No dejó señales visibles. Pero algo profundo se rompió... y jamás volvió a ser como antes. Lo acecha una criatura de brazos esqueléticos y rostro oscuro, sin ojos, sin alma. Se desliza por su mente como un veneno lento, y le susurra con una voz que no es suya... pero que ya no puede resistir. Una vez, obedeció. Y hubo sangre. Desde entonces, su hogar se desmorona. El amor se ha enfriado. La confianza se ha deshecho como polvo entre los dedos. Solo su esposa y sus hijos siguen a su lado... por ahora. Pero la criatura sigue allí. Mirando. Esperando. Y Joseph lo sabe: si vuelve a ceder, arrastrará consigo a todos los que aún lo aman. Y esta vez, no habrá redención. Solo ruina.