Él me tomó de la mano, y me haló hacia su pecho, me besó quizá no fue el mejor beso de todos, pero ese beso me hizo sentir tan amada, difícil de soportar, me derretí en sus brazos y comencé a llorar. Aseguró que me amaba y que no podría dejarme ni de broma, tomo mi cintura, y nos hizo uno en un abrazo, besó mi frente y no me pude despegar... porque ahí estaba tibio, lleno, y a su vez... vacío. Ahí era silencioso, tenía la plena seguridad, que allí era mi hogar. Tomo mi cabello, y lo acariciaba, con tanto amor, calidez, mis manos frías intentaban tocar discretamente su espalda, pero él no podía evitar estremecerse. Era un momento mágico, único y era justo lo que quería. Nunca pude ser más feliz... Desperté.