Si partimos de la base de que hay sobre nosotros una superestructura a la que están subordinados nuestros cerebros... Una suerte de programación lingüística que, a partir de creencias adquiridas, nos emocionamos y, como autómatas, actuamos... Solo si partimos de esta premisa, y no otra, podremos desenredar este lío. Lo demás es un trabajo en conjunto con la Sagrada Trinidad, que se hará sagrada cuando la usemos en nuestro provecho; y cuando eso pase... ¡Ah, cuándo eso pase!... Podremos transformar en mar todo este desierto.
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