De niño, le temía a la oscuridad. Odiaba la luna, odiaba las estrellas y odiaba todo lo relacionado con la noche. No sabía por qué el sentimiento de desesperación me invadía y me calaba hasta los huesos. Hasta que lo vi a él, y descubrí la oscuridad que irradiaba, me prendí de la piel blanca como la luna que poseía , me cautivaron las estrellas que podía ver a través de sus ojos y detecté la necesidad de la noche para poder encontrarlo. Nunca más le temí a la oscuridad. Ahora, desde que lo conozco , solo le temo al amor.