El Omega Más Peligroso de la Parrilla
6 parts Ongoing MatureLando Norris no era solo el único Omega en la parrilla de Fórmula 1. No. Era el Omega. Con O mayúscula, con feromonas que podían volver loco hasta al Alfa más controlado, con una piel suave, sonrisa de ángel y una inocencia tan natural que lo hacía aún más irresistible.
El problema no era solo que era un Omega sexy y caliente sin darse cuenta. El verdadero caos era que todos -TODOS- los Alfas de la parrilla estaban absolutamente obsesionados con él.
Y cuando decimos obsesionados, hablamos de gruñidos territoriales, miradas cargadas de lujuria, competencias por ver quién lo hace ruborizar más fuerte, intentos de marcarlo con "accidentes" casuales y sí, hasta silbidos descarados cada vez que Lando entraba a una sala.
-¿Ese short es nuevo, Lando? -ronroneó Charles Leclerc desde el sofá, con los ojos fijos en la curva perfecta del Omega.
-N-no... lo tengo desde el año pasado... -murmuró Lando, completamente ajeno al hecho de que tenía a media parrilla a punto de entrar en celo por cómo se había agachado para recoger una botella.
Oscar Piastri, el Alfa silencioso y peligroso, se tensó al ver a Charles tan cerca. Max Verstappen soltó un gruñido bajo. George Russell fingía leer un documento pero no había pasado de la primera línea. Lewis Hamilton ya estaba quitándose la chaqueta, como si el calor corporal estuviera subiendo demasiado. Mientras tanto, los rookies observaban a Lando con los ojos grandes, como si vieran a un pastel irresistible en una vitrina.
-¡Mío! -soltó Yuki de repente, lanzándose hacia Lando con los brazos abiertos.
-¡Ni lo sueñes, pequeño! -lo bloqueó Esteban Ocon con un brazo firme.
-¡Silencio todos! ¡Voy a ser el primero en calentar al Omega esta vez! -bramó Carlos Sainz.
Lando solo los miró, confundido, con ese brillo inocente en los ojos y esa sonrisa dulce que tenía efectos colaterales peligrosos en los sistemas hormonales de todos los presentes.
-¿Por qué todos están tan... raros últimamente?