Jueves 14 de mayo. Recuerdo la primera vez que lo vi. Se encontraba quinto en la fila de Starbucks y yo, para mi mala suerte, estaba sétimo. Aún logro recordar claramente cuando llegó a la caja y ordenó su pedido y a los minutos fue llamado “¡Harry, tu pedido está listo!” había dicho la cajera y también recuerdo haber pensado que ese era un bello nombre como lo era él. Nunca había visto unos rulos más hermosos, una voz tan seductora, unos labios tan rosados, unos ojos color esmeralda tan profundos y una piel tan delicada como la de Harry ese día. Yo podía haber apostado que ese era un sueño, uno tan encantador del cual nunca hubiera querido despertar.