Te busco en el eco del viento callado,
en las sábanas frías que guardan tu olor,
en un rayo de sol que entra desarmado
y me recuerda el color de tu amor.
Te fuiste sin prisa, dejándome el cielo,
pintado de risas, de besos, de flor.
Pero ahora el silencio pesa como el hielo
y mis noches son largas sin tu calor.
Despertar sin tus ojos, es no despertar,
es seguir respirando, pero sin vivir.
Mi alma se sienta contigo a esperar,
por si un día decides venir.
No culpo al destino, ni a la eternidad,
tampoco a la muerte por su cruel traición.
Solo le ruego a la inmortalidad
que guarde por siempre tu última canción.
Tus palabras escritas aún arden en mí,
como fuego que abraza sin quemar.
"Siempre estaré", decías allí,
y me aferro a eso para no naufragar.
Tu risa, amor mío, aún baila en la casa,
como un perfume que no quiere partir.
Y aunque la tristeza a veces me abrasa,
prefiero llorarte que dejarte ir.
No hay día sin ti, no hay noche sin duelo,
pero entre las lágrimas surge un destello:
tu voz me acaricia bajito en el cielo,
diciéndome: "Shads, aún soy tu reflejo".
Y así sigo aquí, con la carta en el pecho,
con tu libro en mi alma, y tu amor en mi ser.
Porque tú no te has ido, sigues en mi lecho...
y te amaré, Sonic...
hasta después de no volver.
Personajes de la compañía SEGA
Historia basada en "UP"
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