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Un pequeño rubio de cabellera larga, ojos azules, y piel blanquecina, corría entusiasmado hacia su pequeño hogar.

Había recibido la noticia que su padre había llegado, y si no fuera poco se iba a quedar una corta cantidad de días en su aldea natal, la Aldea Oculta Entre Las Rocas, Iwagakure No Sato.

Estaba emocionado de saber que por fin todos estaban juntos, intentando parecer una familia sin problemas ni disecciones.

Su abuelo, Ōniki Namirazu, le había contado algunas historias de las primeras misiones que había realizado su padre, Kitsuchi Namirazu.

Corría apresuradamente por la aldea, con la única meta de llegar y darle la bienvenida a su padre, mientras que en su brazo izquierdo, estaba colgada una bolsa de compras que había hecho para ayudar a su madre.

Llegó a una casa con aspecto viejo, no era muy diferente a las demás casas de aquella aldea, que al parecer siempre se mantenían de un aspecto putrefacto.

Llegó a su hogar y se adentro como su querida madre le había dicho, lo primero que hizo fue dirigirse a la cocina y guardar los alimentos que había comprado.

Vaya sorpresa que cuando termino de guardar las cosas, un furioso Kitsuchi estaba presente, al frente de el con el ceño fruncido.

El pequeño rubio solo atino a levantar una ceja, sin entender lo que sucedía, su padre solo lo aventó hacia la pared como si fuera un animal.

Un quejido se hizo presente, y el mayor se acercó para levantarlo del cuello de su camisa habitual gris, para golpearlo como un saco de boxeo.

Su madre estaba saliendo asustada de su habitación, observando con notable miedo lo que su esposo le hacía a su hijo.

De pronto, el rubio mayor dejo votado al rubio de un golpe sordo, y se fue para no volver a ver a aquella familia destruida.

Su madre, una pelirroja de cabellos cortos y ojos azules se acercó rápidamente a su hijo cuando noto que su esposo se había ido ya.

Un destello verde empezó a salir de las manos de la madre, sonriendole cariñosamente a su hijo.

-Perdón, otra vez no hice nada útil.. - Susurro su madre entre sollozos, mientras pequeñas lágrimas salían de sus azules ojos.

-Esta vez, ¿Por qué fue?. -Pregunto adolorido el rubio, pero un poco más calmado por el ninjutsu de su madre.

-Hace dos meses tu padre vino a la aldea, tengo dos meses de embarazo, tendrás un hermano o hermana. - Murmuro con una sonrisa la ojiazul, mientras dejaba de aplicar el ninjutsu, ya que este ya había curado las heridas de su hijo.

𝐊𝐀𝐍𝐉𝐈.Where stories live. Discover now