Jeno

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Todo comienza con alguien malo intentando hacer una buena acción.

Es una tontería, no funciona, impensable, ¿A quien se le ocurre semejante estupidez? Sólo a alguien como él, claramente.

Es un hombre.

Un hombre simple como cualquier otro, tiene un trabajo común y una apariencia común. ¿Quién imaginaria que realmente es un monstruo despiadado que disfruta la agonía de sus víctimas?

Nadie, claramente, ni siquiera ella.

Ella, una preciosa mujer con un hermoso rostro, lindos ojos, grandes pechos, cintura pequeña, anchas caderas y cabello sumamente largo.

Ella tenía un corazón tan bondadoso y cálido que incluso suavizó la coraza del monstruo.

Pero un monstruo será un monstruo toda su vida sin importar qué. Así como una cucaracha lo será incluso si le arrancas la cabeza.

Y cuando Jeno volvió a casa ese día encontró a su padre en el baño masturbándose bajo la regadera entre las vísceras de su madre.

Pero no es algo de lo que le gustaría hablar, de hecho, desde entonces, se ha esforzado mucho por borrar esas imágenes de su cabeza y sustituirlas con algo lindo, algo con menos sangre y menos perturbador como dos perritos jugando, o su canción favorita pero simplemente es...



No se puede.





Jeno se despertó agitado por un sueño peculiar. En el sueño estaba él estrangulando a una mujer muy parecida a su madre. Él le apretaba su cuello hasta que los ojos de la chica se volvían blancos y la saliva escurria por sus mejillas. Entonces cuando la mujer se dejaba de mover finalmente la soltaba.

Pero no se iba.

Jeno sacaba de su bolsillo unas pinzas de esas que utiliza para freír comida y las clavaba en los ojos ajenos, llenándose de esa sensación gelatinosa recorriendo sus dedos.

Y entonces despertaba, claro.

Jeno se levantó al baño y se miró al espejo. Sus ojos estaban rodeados por dos círculos negros como los que tenían los pandas, sólo que él no se veía adorable. Su rostro pálido le daba una apariencia espeluznante, seguro que sí se aparecía detrás de alguien en ese estado esa persona moriría de un infarto.

Pero ya estaba acostumbrado.

Faltando pocas horas para ver los primeros rayos del sol Jeno tomó una ducha para aliviar la erección que aquel sueño erotico le había dejado. Se vistió con algo abrigado porque el cielo estaba nublado y bajó a desayunar.



—Buenos días —Saludó a su padre sin mirarlo. El hombre parecía no haber notado su presencia. Jeno se preparó un café—. Hay una reunión en la escuela hoy —habló. Sus ojos se comenzaron a cerrar y él luchaba por mantenerlos abiertos—, es un taller de apoyo emocional para los alumnos que han perdido a uno o ambos padres. Mi orientadora dijo que deberías ir conmigo. Le dije que tienes un trabajo importante.


—Es verdad, tengo trabajo importante que hacer —habló por fin, el hombre extendió su taza y Jeno vacío el contenido de su taza en la de él. Sonrió de manera perturbadora y Jeno se alejó un poco—. No tengo tiempo que perder en ese tipo de tonterías, buen trabajo, hijo.


Jeno sonrió y su padre se levantó para irse a su habitación, probablemente a prepararse para salir. Jeno terminó su desayuno con un malestar estomacal y se preparó para ir a clases.

끽 kkig || ᶰᵒᵐᶤᶰDonde viven las historias. Descúbrelo ahora