Parte 1 Vigilia

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Pueden pasar las horas, los minutos, los segundos el tiempo en su totalidad. La noche puede ser eterna, no importa que tengas, quien seas, o que logres, el final es el mismo, la pausa en lo absurdo se apodera de tu felicidad, derrotado de rodilla, sin poderte levantar, los sueños jamás alcanzaras.. Solo hay una salida, actuar, hacer algo por nosotros mismos, dejar de ver a los demás, como si solo ellos pueden. Entender que las cosas se dan o no se dan, pero siempre debemos intentar.

Soy Eros, y esto es algo de lo que debo aprender.

Al mirar la hora, me detuve por un instante, mirando como la aguja del segundero de mi reloj, hacia su recorrido, sostuve mi mano, suave y de apoco con más firmeza, sin dejar de mirarlo, tenía el tiempo en mis manos, lo que nunca supe es que hacer con él.

Porque aunque piense, aunque haga, o no haga, el tiempo sigue sin detenerse, por nada ni por nadie... en la oscuridad, en este vacío, me puse a pensar. Mi reloj señaló las 22 horas. Sigo sin encontrar el motivo, el por qué de mi vida. 

Mi camino calculo yo, ha sido o ha estado dentro de lo normal, sin embargo me siento incompleto. Pero cual es la respuesta a tantos por que? el tiempo en un momento de mi vida empezó a correr. Debo intentar detenerlo, parece que fue ayer cuando solo era un niño, con un futuro incierto, como la mayoría. Los caminos son muchos, elegir depende de cada uno, la influencia de la gente juega de alguna manera en nuestros actos, pero no determinó nada de lo que viví. Los reproches me han agotado, no puedo volver atrás para elegir otro camino. Intento forjar la mirada al presente, para forjar mi futuro.

Con los codos en la mesa, sostengo mi cabeza, masajeando el cuero cabelludo hacia atrás y luego hacia adelante, mis dedos pulgares tocando mi sien, mis pensamientos viajando, buscando la respuesta a uno de mis por qué, o para que mi vida. Qué sentido tiene, para qué seguir, mis días no fueron buenos, me esforcé di lo mejor de mí, sin embargo, no alcanzó, meses a prueba, intentando ser parte de algo, queriendo pertenecer, sabiendo sintiendo, que no era lo mejor , teniendo en claro que no pude encontrar un mejor lugar, un mejor empleo. Así y todo cumplí, pague derecho de piso día tras día. 

El trato no era bueno... la manera en que se dirigen, no es la correcta, aceptar lo que no me gusta, solo por tener un lugar, ¿todo para que?, si cuando me resigne, aceptando las condiciones del lugar, me llaman, que me dirija a la oficina, para decirme.

-Gracias por los servicios prestado!. LO MIRE SIN ENTENDER... como podía ser, si di todo, agache la cabeza, mas de una vez,  para seguir, para conservar el empleo. 

Sentí tanta impotencia, imposible de explicar, ganas de tirar contra los ventanales del lugar, la bicicleta con la que me transportaba, hace ya 3 meses de esto, y todavía siento en mis manos esa sensación, cuando tomé la bicicleta con mi mano derecha, apretando el caño, el tubo superior del cuadro, y mire ese ventanal con vidrio polarizado, imagine como estallaría, cerré mis ojos, me retiré despacio, las cosas no iban a cambiar. La vuelta a casa fue un poco triste, aseguro que comencé a caer, había quedado sin trabajo, todo lo que eso implica, primero y principal, cuando me preguntaran como me fue, y todo eso, estaba seguro que no importaba la manera en que lo contara, la mirada de duda como diciendo algo habrás hecho mal... no lo iba a tolerar, en esta vida parece que no alcanza con quedarse sin trabajo, también debes ser juzgado.

Como si esto fuera poco, la volví a ver, y me vio, Si me miro, hacía un tiempo largo que no sabía de ella, en ese momento estaba, podría decir deprimido, nada me estaba saliendo bien. Pero se desplazaba hacia mi, como si el destino me desafiara, la miraba como si todo pasara en cámara lenta y no dejaba de mirarla, no supe qué decir, ¡mi yo interior gritaba, se iba con ella!, pero mi cuerpo se quedaba inmóvil, entorpecido no hacia nada de nada, la seguía con la mirada girando mi cabeza como lechuza, hasta que sonrió, pasó a mi lado yo bajaba por la escalera mecánica, ella subía. Fueron segundos en cámara lenta, hasta su sonrisa, cuando todo volvió a la normalidad, la cinta de la película se aceleró, cuando termine de bajar por la escalera mecánica.

VigiliaWhere stories live. Discover now