Capítulo 01

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Padme Amidala Naberrie acababa de llegar a lo que por años conoció como su casa, su única y verdadera casa la cabaña en el país de los lagos en Naboo. Pero por más buenos recuerdos que eso le trajera, no podía ignorar el hecho de estar en serios problemas.

Sentada en el escritorio donde su padre se había sentado cada noche, encontró el Holopad de su padre mientras trataba de ordenar las cuentas pendientes. Abrió un correo importante con leve curiosidad, como tantas otras, pero solo leído un párrafo cuando se enderezó lentamente la espalda y empezó a sentir un hormigueo en los dedos asombrada, comenzó otra vez, abriendo mucho los ojos, aturdid de espanto por lo que acababa de leer. Lo comprobó dos veces más has que la noticia la golpeo como era debido.

A cualquier, menos a él. ¡Cielo santo a cualquiera, menos a él!

Su padre le debía cien mil créditos a Anakin Skywalker. Mas interese, Más intereses, claro, ¿A qué porcentaje? No pudo seguir leyendo para averiguarlo.

Dejó el Holopad en la mesa, suspiro de cansancio. La conmoción le provocó una náusea, miedo y esa sensación de vértigo que produce la muerte la esperanza. Si situación era bastante mala y ya se había hecho a la idea, pero aquella deuda insospechada la dejó destrozada.

¿Por qué había de ser precisamente Anakin Skywalker? ¿Por qué no con un banco galáctico cualquiera? El resultado final sería el mismo, desde luego, pero al menos no se sentiría tan humillada. La idea de encontrarse con él cara a cara hacía que la parte más tierna de su ser encogiera de temor. Si Skywalker llegaba a sospechar que esa ternura existía, estaba perdida.

Había liquidado todas las deudas vendiendo algunas propiedades de ella y joyas que tenía cuando era senadora, todo menos el cabaña, lo cual había sido un sueño para su padre y para ella había sido su refugio hace años atrás, cuando su padre renuncio ser senador galáctico en Coruscant para luego dedicarse a ser profesor en su planeta natal Naboo al principio su hermana y ella no le gusta estar en aquel planeta no se daba a la idea de quedarse ahí pensaban que iba hacer un capricho de su padre que luego entraría en razón y regresaría a su ordenada y ociosa vida en Coruscant, pero eso había sido más de una década atrás, las cosas fueron cambiando. Esa cabaña término siendo su conexión más fuerte con padre.

La cabaña ya no representaba lo que fue para ella en su infancia y adolescencia. Sin embargo, le resultaba difícil rendirse. Sabía desde un principio que sería imposible conservarla la cabaña y más aún si lograba que volviera a rendir beneficios cuando menos rentarla como cabaña de descanso, pero estaba dispuesta al menos intentarlo. Hubiera dado el rancho por perdido como su madre y su hermana le dijeron cuando se fueran a Theed a la casa familiar.

Pero después de vender todo lo que ella tenía en materia y algunas herramientas para reparar la cabaña; no tenía otro modo de devolver aquellos cien mil dólares. Lo extraño era que Skywalker no le hubiera reclamado ya su devolución.

Era muy duro pensar en abandonar o vender la cabaña... Casi había empezado a tener esperanzas de poder conservarlo. Le había dado miedo hacerse ilusiones y había intentado no hacerlo, pero una pequeña esperanza empezaba a crecer poco a poco de tener una vida tranquila en la cabaña. Pero finalmente había fracasado también en reconstruir la cabaña, como en todo los demás: como hija, como esposa, y ahora también como arrendataria sin a ver comenzado lo único que pudo hacer en su vida fue su trabajo como senadora.

Incluso si Skywalker le concediera una prórroga sobre él préstamo, no tenía ninguna posibilidad de pagarlo cuando el plazo de venciera de nuevo.

El reloj de pared marcaba casi las diez; Skywalker todavía estaría despierto. Busco su comunicador, marco y la invadió la sensación habitual. Antes del primer tono, sus dedos se cerraron con mucha fuerza sobre el comunicador hasta que los nudillos se le pusieron blancos, y el corazón empezó a latirle a tal velocidad.

Corazón RotoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora