Day 1; Food.

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Como de costumbre, la actual pareja yaoi de South Park se reunía en el departamento del más grande para cocinar juntos la cena de los viernes, para posteriormente ver un maratón de películas y pasar un largo rato juntos hasta terminar el fin de semana.

La mayor parte de las ocasiones Craig era quien disponía de algunas cosas que ya tenía acumuladas de ocasiones anteriores y sólo de ser necesario su novio traía lo que faltaba de casa de sus padres.

Como siempre de principio elegían un postre juntos por el servicio de comida express, (siendo el Marsh el más glotón de los dos nunca faltaban dulces para deleitar sus paladares) y mientras su pedido llegaba se ponían manos a la obra y dividían las tareas para terminar lo antes posible.

Por una parte, Craig hacía la salsa italiana mezclando la salsa de tomate con las cantidades exactas de diferentes especias como el ajo y el comino, e incluso cortaba en partes pequeñas algunos champiñones y Stan por el otro, hervía el agua con los clavos de olor y la pasta.

Sus tareas siempre eran las mismas; Craig ponía la mesa y su creativo novio servía la comida de formas estéticas que mejoraba con fotografías.

Jodidamente fácil y rápido, como les gustaba a ambos.

Por un momento el calor de la estufa hizo que Tucker se tentara a buscar un par de sodas en el refrigerador, sin contar que su taimado novio se acercaba sospechosamente hasta su 'lugar de trabajo' e introducía un dedo en la salsa para probarla cual niño espiando un descuido de su madre para robar una galleta del tarro.

Por supuesto el otro se percató de los movimientos poco sutiles del menor y el hecho de que Stanley ya no se encontraba vigilando la pasta en su lugar, así que abandonó cerca las bebidas y como si fuera un felino se acercó en silencio hasta su chico para colocar las manos sobre el mueble, una de cada lado, impulsando ligeramente su peso.

— ¿Que carajo haces, pillo? — murmuró con cierto tono de seriedad fingida, y en cuanto Stan se dió la vuelta aquél ya le había aprisionado.

— Nada. — contestó luciendo tonta y dulcemente un dedo sobre los labios ya manchados en naranja por los matices del ingrediente.

— "Nada". — reiteró en la obviedad de la respuesta del otro y sonrió ladino, endulzado por el aspecto de su pareja. — Si tienes toda la boca naranja y hasta el dedo también. Eso es sucio, dude.

La insistencia del otro era provocadora para Stanley, quien resultaba ser más reactivo que su novio, quizás por ello fue que su impulso le llevó a embarrar salsa sobre su naríz. Por supuesto ver a Craig sorprendido le provocó reírse pasados unos pocos segundos.

— ¿Que rayos...? ¿Te parece gracioso?

— ¿A tí no? Me dijiste sucio.

— Es distinto a cuando tu novio te pone la mierda en la cara.

— Eres un gruñón Fucker, sólo límpiate y ya está.

— Oh no bombón, yo te enseñaré lo que es ser un gruñón.

Seguido a ello el azabache de mayor tamaño tomó la cuchara de madera con la que previamente meneaba los ingredientes, dando una breve embarrada de salsa sobre la mejilla del de ojos cobalto.

— Oye, que rencoroso eres Craig Tucker.— rió el más pequeño y llevó sus brazos alrededor del cuello del más alto, quien correpondió afianzando sus manos sobre la cintura.

— ¿Sabías que la salsa de pasta fue un invento de los italianos para lubricante íntimo? — levantó una ceja y encorvó una media sonrisa, obviamente sugerente.

— Si Fucker, cada vez que hacemos comida italiana lo dices y no me vas a convencer.

— Pero siempre vale la pena recordartelo, ¿no es así?

— No sé cómo dices esas sandeces...

— Es fácil, no te miras a ti mismo cuando las digo. A veces realmente pareces un santo con las caras ñoñas que haces.

— Habló el más ñoño de los dos.

— Tu me eligiste, ya no tienes derecho a quejarte, Marsh.

— Tonto.

— Idiota.

— Cara de culo.

— El bebé de mamá.

— Come... ortos.

— ¿Come ortos?, ¿puedo tomar eso como la concesión del permiso?

— ¡No! — sin poder usar más su faceta de falsa seriedad soltó una carcajada y besó la nariz del más alto, limpiandola del ingrediente.

Tucker sonrió y aún apoderado de la cintura de su novio le subió a la cubierta del mobiliario para continuar con besos que de igual forma retiraron la mayor parte de la salsa de la mejilla del menor.

— Te amo.

— ¿Aunque sea un cara de culo?

— Aunque seas un cara de culo.

— ¿Sabes? Lo gracioso es que si yo soy un cara de culo, el come ortos terminas siendo tú.

— Te odio.

— Yo también te amo, Stan.








Y se les quemó la pasta por coquetos.

| *El dato de Craig sobre la salsa es cierto, solía usarse de esa forma hasta que los chefs se dieron cuenta de que sabía bien empleada en la cocina, no pregunten como se dieron cuenta. xD

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