Prefacio (Jerald Jeremy Rya)

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Y allí estaba ella.

Su pelo había perdido brillo, tenía los ojos cerrados y su tez era lo suficientemente nívea como para asustarme, me desplacé dentro de la habitación, pero no miré alrededor, solo tenía ojos para mirarla a ella y sentir esa incertidumbre de saber que quizás se podía recuperar o no.
Llena de tubos y cables, conectada a varias máquinas que pitaban sutilmente. Hugo me había dicho que no me preocupara que la monitorización era normal. Elena la miraba con mucha pena en sus ojos.

Estaba realmente preocupado, en el aire se respiraba un seria atmósfera de confusión y tensión, me acerqué a ella y retiré un mechón de su pelo rojo que estaba fuera de su sitio.
Y entonces fue cuando sentí el silencio.
Ese silencio que se cierne sobre ti, cuando todo se apaga, cuando todo acaba y cuando algo se pierde; observa su mano y tenía muchas ganas de tocarla. Estaba fría, se la veía pálida y con varios moratones y rasguños por su cara.
Lo que más me asustaba de tal escena escabrosa era el tubo de oxígeno que salía de su boca, las vendas algo manchadas de sangre y ese color purpúreo que estaba en su frente y en sus ojos.

El traslado de ella desde el Hospital de Sandy Shore a Pillbox fue eterno, ni siquiera oía a mi alrededor cuando la bajaron en camilla y con un ambú manual para instalarla en su habitación.

Se que ella había estado preocupada por su trabajo últimamente, yo había estado algo ocupado con algunos temas del Motor Club; nos habíamos distanciado un poco después de enterarme que iba a ser padre.
Recuerdo perfectamente el momento en el que abrí la caja, ella estaba lo suficientemente nerviosa como para saber que algo no iba bien; sonreí abiertamente cuando vi las llaves del Tornado que tanto ansiaba tener, pero justo debajo de las llaves había algo más. Abrí el papel celofán transparente que cubría la parte de abajo de dónde estaban las llaves del coche. No entendí lo que vi en ese momento, una suave tela blanca con forma de un pequeño body blanco de bebé, lo aparte y debajo estaban los resultados de la prueba de sangre, positiva en la proteína reactiva en embarazo, o eso fue lo que ella me explicó.

Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo; el saber que esto podía estar pasando, que me podía estar pasando a mi. Yo la amo, pero no puedo protegerla, apenas si puedo protegerme a mi, y ahora un bebé. Rememoro nuestra conversación en mi cabeza y vuelvo a mirarla ahora, y no hago nada más que arrepentirme de muchas de mis palabras.
Ciertamente el hecho de ser padre no me facilitaba nada mi trabajo, no entraba en mis planes, no lo quería, lo peor de todo es que se lo advertí en su momento y el departamento se me caía encima ante tal noticia.

Ahora estoy aquí, sentado, casi rezando en silencio mientras miro la ecografía que encontraron en su uniforme cuando la ayudaron después del accidente. Paso un mano por la misma y puedo apreciar las dos pequeñas bolitas que se veían en la imagen.
Eran gemelos, eran dos y ya no estaban. Lo peor de todo es que ahora los echaba de menos. Tenían tres semanas de vida, todo ello en pasado porque el cuerpo de Eileen no resistió el accidente. Elena me comentó cuando la encontraron tenía un sangrado bastante abundante en la zona de la entrepierna, además de todos los moratones, raspones, hematomas y diversas heridas que no recuerdo.
Lo que más les preocupaba a todo su equipo médico era que no pudiese recuperar toda la sangre perdida.

—Lo siento, Jerald. He hecho de todo para intentar salvarlos a todos pero me ha sido imposible— comentó Elena con los ojos rojos y llenos de signos de haber estado llorando.

—El mejor personal se encargará de que esté bien, saldrá de esta, es fuerte— dijo Hugo mientras miraba a Eileen con condescendencia y preocupación.

—Pero, ¿Ella se pondrá bien?— pregunté dudoso de la respuesta.

—Necesita tiempo Jerald, ha perdido mucha sangre— Hugo frunció los labios y dejó la mano de Eli bien
colocada sobre su abdomen, él la tocaba como si ella fuera de cristal, era evidente el cariño que se tenían.

Después de eso se retiraron de la habitación y me dejaron a solas con mi silencio.
Me recosté en el sillón que allí mismo se encontraba, volví a mirar la ecografía, pase mi dedo nuevamente por la imagen, recosté mi cabeza en el respaldo superior cómodamente y removí en el sillón en busca de una buena postura, coloqué la imagen sobre mi abdomen con intenciones de descansar un poco.

Escuche de fondo pequeños ruidos y susurros, abrí los ojos y me incorporé sobresaltado, no estaba solo en la habitación, había más gente allí.

—Lo sentimos señor, no queríamos despertarlo— se disculpó una de las enfermeras que cambiaba las vendas de Eli, yo asentí suavemente y las observé trabajar en silencio.

Revisaron y cambiaron los depósitos de medicación, colocaron nuevamente una bolsa de sangre en la vía, vi cómo retiraban los paños de la parte baja de su entrepierna, vi la cantidad de sangre con que los paños de retención salían de ella. Escuche como la voz de mi consciencia recordaba mis palabras hacia ella y me parecía que fui demasiado duro al expresar mi miedo disfrazado de furia.

Revisé rápidamente mi móvil y vi que tenía varios mensajes de Dave, otros tanto de los Bloods y alguna que otra llamada perdida, ninguna era de ella.
Ella estaba allí, siendo atendida por el equipo médico, le cambiaban las vendas aplicaban varios tipos de crema y vendajes.
Internamente decidí que era hora de trabajar, las armas en la ciudad no iban a distribuir ni a hacer solas, aunque luego volvería a dormir con ella. Cuando las chicas se retiraron, se despidieron amablemente y nos dejaron a solas, me acerqué despacio a la cama y me recosté sobre la misma, algunas heridas estaban mejor y eso me reconfortaba en varios sentidos. Pase una de mis manos por su cara, aún seguía algo fría, pero estaba recuperando su color normal, aunque su piel era muy blanca, la primera vez que la vi estaba muy pálida.

—Amor, te amo— y esa frase se quedo en el aire, a la espera a un yo también te amo a esa frase que ella tanto me decía, pero no se pronunció ni un solo sonido excepto el del respirador y los sonidos de los monitores de las constantes vitales —Soy consciente de todo lo que dije, es solo que... no me gusta verte así, Eli...— Hundí mi mano entre su pelo y tenía el mismo tacto que siempre, suave y agradable, al removerlo me llegó su aroma a manzanas verdes, grosellas negras, madera blanca y un toque a ciruelas negras; ese olor tan delicioso que tanto amaba —Tengo que irme a solucionar unos asuntos, amor. Volveré para dormir contigo— después de esa última frase, le di un beso en la frente y me retiré lo más pronto que pude, odiaba despedirme de Eli.

Salí de la habitación no sin antes echar un último vistazo a la estancia e irme sabiendo que Eileen estaba en coma.

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⏰ Dernière mise à jour : Mar 07, 2021 ⏰

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Eileen Kavanna Où les histoires vivent. Découvrez maintenant