La casa de campo.

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Ricardo y Clara hacían 4 años juntos, y habían decidido ir a Asturias un fin de semana para disfrutar de los bastos campos y praderas verdes, de las vacas, la vegetación... La naturaleza, en otras palabras.
Una semana antes del viaje, Ricardo había reservado una habitación en un gran hotel de Oviedo, y se habían estado preparando para el viaje.
Ricardo era un joven de 24 años, no muy agraciado a la vista pero con una personalidad dulce que a muchas chicas les encantaba.
Clara por el contrario, era una joven de 22 años, muy linda y un poco arisca.
Cuando llegó el día de partir a Oviedo, cargaron las maletas en la furgoneta de Ricardo y pusieron rumbo a sus vacaciones amorosas.
El primer día se lo pasaron en la ciudad de Oviedo.
El segundo día fueron al cine y a un teatro.
El último día de sus vacaciones, fueron al campo desde por la mañana, aparcaron el automóvil en un mirador, agarraron una mochila cada uno, que contenían un amplio mantel, crema solar, anti mosquitos, cojines, y comida y agua.
Se alejaron 13km del coche dándose un paseo antes de instalarse en mitad del campo, en mitad de la nada.
Dejaron las mochilas, sacaron el mantel, se dieron crema y se rociaron el anti mosquitos, hecho todo esto, sacaron la comida y el agua y se pusieron a hablar.
En el campo veían muchísimo verde por todos los lugares, muchos árboles, se oían muchos pájaros cantores, veían grandes nubes, y allá, a lo lejos, una casita muy mona, a unos dos km.

-¿Qué hora es Ricardo?
-Pues... las 15:39 princesa.
-Joder si que hemos tardado en andar.
-No, si quieres tardamos en hacernos 13km a través del campo en 10 minutos.-Dijo entre risas Ricardo.
-¡Calla bobo!

Pasaron las horas y las agujas del reloj marcaron las 18:50 justo antes de ponerse a llover.

-¿Qué cojones? En la puta app del tiempo decía que habría sol todo el día no jodas.
-Ricardo, esa boca.
-Joder Clara que es verdad.
-No pasa nada, andamos 1 hora y media hasta el coche y ya está cariño, pero no te pongas agresivo.

La lluvia empezó a caer con más intensidad mientras los primeros rayos caían.

-¡Lo que faltaba! Un puto diluvio.
-Había una casa por aquí cerquita, vamos corriendo, seguro que sus habitantes nos dejarán pasar.
-Joder que mierda coño.
-¡Esa boca Ricardo!

Recogieron todas sus pertenencias rápidamente y empezaron a correr hacia la casa, en cuestión de 10 minutos estaban llamando desesperadamente a la puerta esperando que hubiera alguien en su interior.
A los 2 minutos, se abrió la puerta.

-¿Podemos pa..?-Empezó a preguntar Clara.
-Pasen pasen jóvenes. Menuda lluvia.

Los chicos pasaron a la estancia. Era muy acogedora, había una gran mesa de madera en mitad de la casa, una cocina, un pequeño salón con mucho libros y una chimenea, una puerta que se suponía que era un baño, y una trampilla en el suelo, donde imaginaron que el señor tendría una bodega.

-Me gusta mucho su casa señor. Me llamo Clara, y él es mi novio Ricardo. Justo hace 2 días hicimos 4 añitos juntos.-Dijo Clara sonriendo mientras agarraba de la mano a Ricardo.
-Si, hola, un gusto, soy Ricardo.
-Estáis empapados niños, podéis quitaros la ropa y ponerla junto a la chimenea no se preocupen, les dejaré unas camisas y unos pantalones a cada uno, podéis cambiaros en el baño.
-Es muy amable señor pero no queremos molestarle.
-No es molestia, entren al baño.-Dijo el señor mientras agarraba dos camisas y pantalones de un armario y se los daba a Ricardo.

Los jóvenes se cambiaron de ropa y salieron del baño.

-Muchas gracias enserio.-Dijo Clara mientras dejaban sus ropas al lado del fuego.
-Un placer muchachos, ya son las 19:45, si quieren pueden quedarse hoy en ese sofá, o esperar a que amaine la tormenta pero no parece que lo haga pronto.
-Está bien señor, gracias.-Dijo Ricardo.
-Aún no nos ha dicho su nombre señor.
-Tranquila chiquilla, ya os lo digo. Me llamo Matías.
-Como el de la tele, ¿verdad?
-Sí, como el de la televisión niña, ¿juegan al parchís?

Estuvieron jugando al parchís durante un par de horas, cuando el reloj marcó las 22:00 el señor se levantó y les dijo que siguieran jugando que él haría la cena.

-No señor, déjenos ayudar.
-Tranquila niña, descansen, no suelo tener compañía así que déjenme agasajarles.

El señor empezó a cocinar, y en 30 minutos tenía la cena lista.

-¡Jóvenes a cenar!

Los chavales fueron a la cocina y se sentaron a la mesa.

-Tiene buena pinta esto eh Matías.
-Pues claro Ricardo.
-Sí la tiene.-Afirmó Clara.

Empezaron a comer lechuga y tomate, y cuando sirvieron la carne con patatas, a los dos chicos se les quedó cara agria.

-Uff ¿esta carne de qué es? ¡Está re mala!
-Un poco sí...-Secundó Clara.

El hombre se río con gusto mientras agarraba un cuchillo de cocina y lo clavaba en su trozo de carne.

-Eso amigos, es carne de un chaval de 16 años, tierna y jugosa. Más concretamente del brazo izquierdo.

La pareja se miró, luego miraron a Matías y al ver que iba enserio empezaron a vomitar.

-Mejor nos iremos... no queremos causarle más molestias.
-Si... eso...-Dijo Clara.

Caminaron hasta la puerta, giraron el pomo... y estaban encerrados.

-Lastimosamente amigos míos, la puerta está cerrada por las noches, no vaya a ser que se cuele algún loco, ¿no?
-El loco es usted señor...
-¡Ricardo!

Matías se fue acercando a los chicos, Clara fue corriendo hacia la chimenea mientras Ricardo agarró un florero y lo blandió como si de una espada se tratara.
Matías empezó a correr en dirección a Ricardo, este le dio con el florero en la espalda, y Matías cayó al suelo.

-Vamos cariño, busca las llaves por la cocina, yo buscaré en su pantalón. Vamos Clara vamos.

Mientras Clara buscaba por la cocina, Matías se irguió, y clavó el cuchillo en el abdomen de Ricardo, mientras miraba a los ojos de su presa se puso de pie, sacó el cuchillo de la tripa del joven y se lo clavó en la nuca.

-Ricardo aquí no est...-Alcanzó a decir Clara antes de empezar a llorar y gritar.

Agarró la termomix la entrompó contra la ventana y salió corriendo.
Matías salió detrás de ella por la misma ventana, en cuestión de dos minutos la derribó de un puñetazo.

-Sucia niña, ¿te crees que yo no como? Necesito carne de gente joven para comer, no seas maleducada.
-Estás loco...

Y ahí, bajo la lluvia en medio de la nada, entre bastas hierbas y grandes árboles, Matías mató su presa número 149 asestándole varias puñaladas en el corazón.
Matías agarró a la niña de los pies y la arrastró hacia la puerta de su casa, sacó la llave de la puerta y entró, la metió dentro.
La trampilla del suelo se abrió con un quejido de la madera, tiró dentro el cuerpo de la niña, y después el cadáver de Ricardo.

-Bien, pues ya tengo comida para 2 meses...

La casa de campoWhere stories live. Discover now