Parte Única.

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Dedicada a @ValentinaMarin053, feliz cumpleaños.


[...]


Recuerda exactamente el instante en que se enamoro de Itadori Yuuji.

Era primavera, las flores de cerezos adornaban las calles de Tokio con una belleza envidiable. Las parejas y familias hacían días de picnic a sus alrededores, otros solos se sacaban una pequeña foto junto a ellos. Se podían oír como los niños señalaban dicho fenómeno natural, tomando algunas de las flores que la gravedad dejaba caer para llevárselas de obsequio a sus madres.

Su grupo no era una excepción.

Como escuela habían ido a pasar el día a uno de los tantos parques donde se podía presenciar esas hojas color rosado.

El ambiente era grato, bromas unos a los otros – donde hasta el director Yaga se unía con unía –, conversaciones que podían carecer de sentido por momentos y por supuesto, buena comida auspiciada por los de primer año. Puesto que Yuuji, era de los pocos que sabía cocinar y Nobara junto a Fushiguro no dudaron en darle una mano.

Durante el transcurso de las horas, se iban relajando. Algunos aprovechaban para contar anécdotas de infancia, otros solo descasaban – como era el caso de Maki que dormía en la panza de Panda –, un grupo se entretenía jugando Monopoly y los profesores solo se divertían observando como ese simple juego de mesa iba destruyendo las amistades entre los participantes.

Aun así, pese a que Gojo se encontraba mirando también en esa dirección, su atención estaba muy lejos de una Nobara gritando a Megumi de que simplemente era exagerado que le cobrara más de 10.000 pesos por haber caído en su propiedad.

No.

Su mirada estaba enfocada en ese muchacho de cabellos rosados que reía sin parar.

En su sonrisa.

En esos ojos que delataban cada sentimiento que pudiese estar viviendo.

En sus facciones marcadas pero que no le quitaban su aura juvenil.

Y sucedió.

Los ojos color avellana conectándose con sus iris turquesa.

Una amplia sonrisa dibujándose en los labios del más joven.

Un gesto a modo de saludo.

Lo supo.

Gojo Satoru sabía que el desenfrenado palpitar de su corazón y el ligero calor de sus mejillas significaban.

Él sabía... que había caído rendido por su alumno.


[...]


La confesión que realizó había sido digna de una película romántica.

Nah.

Ni siquiera ellas se atreverían a tanto.

Sabía que podía decirlo con orgullo, porque Megumi y hasta Nanami, quedaron boquiabiertos tras saber cómo ocurrió.

El suceso se dio en una misión donde llevo a su amado Itadori bajo el pretexto de querer darle enseñarles nuevas tácticas en batallas. Puras patrañas.

Para cuando se encontraban en una batalla decisiva con una maldición de grado especial, Satoru no dudo en hacer su jugada.

Extendió su dominio, las maldiciones quedando atrapadas en dicho vacío. Yuuji en frente suya, con esa carita que bien le ganaría a Kirby en ternura, entonces habló:

Natsukashii.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora