Eʟ ᴘᴏʀᴛᴀʟ ᴅᴇ Fɪɴᴄʜ

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Estaba caminando en el parque que se encuentra cerca de mi casa. Dejando mi imaginación volar y ver hacia dónde me llevaba. Me sentía frustrado, había tenido una discusión con mi hermano mayor y me sentía muy enojado con él. Aunque de cierta forma, también me sentía culpable, lo que yo había hecho, sin duda no merecía perdón. Pero, él me había llevado a tomar esas acciones. Deseaba salir volando como las urracas y cuervos que se encontraban en aquel árbol sin hojas. Tenía dos días sin poder dormir gracias a la discusión que había tenido con mi hermano.

Salí corriendo de mi casa, a buscar algún escape. Tal vez podría encontrar la solución en mi gran imaginación. En el parque hay un camino que empieza con dos árboles inmensos. Siempre he imaginado que esos árboles abren un portal hacia un mundo fantástico, pero muy dentro de mí, siempre he esperado que solo sea mi imaginación, porque siempre que me siento en la banca cerca de ese lugar, siento que los árboles me susurran al oído. A pesar de eso, me encanta sentarme en esa banca. Tiene un gran espacio para la imaginación. Árboles, pájaros, insectos, sonidos, texturas y colores que pueden llegar a ser grandes portales para nuevas historias.

Me senté, como de costumbre, en la banca, y me acurruqué. Cerré mis ojos para empezar a imaginar y olvidarme de los problemas de mi vida actual.

-¡Hey tú! ¡Niño! -escuché bajo la banca, restándole importancia y volviendo a adentrarme en mi propia imaginación-.
-Parece que el chamaco no te escucha corazón.
-¡Pues me va a escuchar!

Abrí los ojos para ver quiénes estaban hablando y distrayéndome de mi escenario. En ese lugar nunca había escándalo, ya que estaba muy escondido y nadie se daba el tiempo para visitarlo.

No pude ver a nadie alrededor, solo un grupo de tres cuervos que se encontraban a un metro o dos lejos de la banca.

-¡No sé quién esté molestándome, pero agradecería que guardara silencio y me dejara descansar en paz! -grité algo irritado, volviendo a tomar mi lugar en la banca y acurrucándome nuevamente-.
-¡Descansar en paz! ¿Escuchaste lo que dijo Ázul? ¡Este malcriado quiere descansar en paz, en nuestro hogar! ¡Y eso no es lo peor! ¡Lo peor es que me está aplastando la cola!
-Tal vez si hablaras con un poco más de dulzura, lograrás que el huerquito se te quite de encima. Mira, te lo voy a mostrar Gray. Corazoncito de miel, mi amigo Gray está algo enfadado ya que te encuentras aplastando su cola.

Estaba cansado. Seguro todo esto era producto de mi imaginación. Ni siquiera había nadie a mi alrededor. Abrí los ojos nuevamente con la intención de encontrar al que me estaba gastando esa mala broma y darle una buena lección de una vez por todas.

-Bien -dije abriendo los ojos y sentándome en la banca-, pero antes, quiero verte el rostro.
-¡¡Este cabeza hueca es más tonto de lo que pude haber imaginado!!
-¿Quién me llamó tonto? -contesté irritado levantándome de la banca-.
-¡Gracias por todos los cielos! Mi linda colita ya no aguantaba más.
-¡Tienes miedo! ¡Muestra tu cara y atrévete a enfrentarme! -dije una vez más-.
-Pero dulzura, estamos enfrente de tí -dijo aquella voz dulce, como la de una madre.

Busqué por todos lados, no había nadie. De pronto, ví que un mapache saltó de debajo de la banca hacia mi hombro. Traté de empujarlo pero se aferró fuertemente a mi camisa.

-¡Ahhh! -grité- ¡Quítateme de encima!
-Primero deberías disculparte -era la misma voz que me había llamado tonto-.
-¡Tu...! ¿¡Hablaste!?
-Ázul, ¿Lo ves? Ni una pizca de raciocinio. Me está preguntando que si hablé, ¡Que si hablé!
-Gray, usualmente los animales no hablan. Así que deja de criticar al pobre y vamos a explicarle.
-¿¡Explicarme qué!? -exclamé mientras veía cómo el mapache se bajaba de mí y la urraca, que antes estaba en el grupo, se acercaba a mí-.
-Verás, tú acabas de cruzar un portal. El portal de "Finch".
-¿A qué te refieres con que crucé un portal? -pregunté desconcertado-.
-Lo que escuchaste, cabeza de chorlito.
-¡Deja de insultarme! -grité enojado al mapache molesto-.
-¿En serio no sabías que había un portal aquí? -comentó otra de las urracas del grupo-.
-No comprendo... ¿Por qué insisten tanto en que yo conozco este portal? Además, todo se ve igual.
-Black, él nunca había cruzado el portal -explicó la urraca de la voz dulce-.
-Pero él siempre cuenta historias de este portal. ¡Y lo mejor! ¡Siempre nos incluye en ellas!
-Lo sé Marino, pero él no sabe que realmente existimos.
-Están diciendo... ¿Que las historias de mi imaginación, son reales?
-¡Por supuesto! A mí... me considerabas tu mejor amigo.
-Claro, con razón parecías familiar. Eres Gray, ¿verdad?
-¡Ázul! ¡Sí me recuerda! Pensé que ya no me querías -dijo el mapache abrazando mi pierna-.
-¡Oh! Cómo lo siento Gray -respondí cargando al mapache para darle un abrazo correctamente-, pensé que todos ustedes solo eran producto de mi imaginación y por eso actúa tan ásperamente.
-¡Oh muchacho! Ya hasta me has sacado una lágrima -contestó él, nuevamente subiendo a mi hombro-.
-Entonces, si todos son reales... Tu debes ser Ázul, Marino, Black... ¿Dónde están Bleu y Rafi?
-Una gran desgracia les ha pasado -comentó Ázul con tristeza en su mirar-.
-Cometiste un gran error muchacho -dijeron Marino y Black-.
-¿Qué hice yo? -pregunté consternado-.
-En el otro lado del mundo, donde tú usualmente sueles llamar "hogar", percibimos olores de discordia y tristeza...

Eʟ ᴘᴏʀᴛᴀʟ ᴅᴇ Fɪɴᴄʜ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora