Una necesidad persistente

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La primera sensación de vacío ocurrió un fin de semana. Justo después de ir a visitar a sus padres en el momento exacto en el que se despidió de ellos para volver a la UA. Cuando dio los primeros tres pasos después de la puerta, sintió una opresión en su pecho, un sentimiento de soledad y un cosquilleo en la piel, reprimió el impulso de llevar sus propias manos a sus brazos. Sin embargo, habló:

—Bruja —. Su madre lo miró desde la puerta con los brazos cruzados y una sonrisa sarcástica en el rostro.

—¿Qué quieres mocoso?

Apretó los labios, inseguro, abrió la boca y aspiró aire para preguntar. «¡Solo pídelo maldita sea!» otro pensamiento llegó. «Es patético» giró el rostro al lado contrario y chasqueo la lengua con indiferencia.

—Nada.

Se marchó y tomó el transporte que lo llevaría a la UA.

Lo primero que descartó fue la más mínima posibilidad de depresión o un bajo estado de ánimo.

No se sentirá mal, no estaba triste ni deprimido. Sus motivaciones eran las mismas, su rendimiento académico estaba tan bien como siempre, su técnica y manejo de Quirk mejoraba cada vez más e incluso podría decir (muy en sus adentros) que tenía buenos amigos.

Solo necesitaba un abrazo.

Primero le pareció ridiculo, tonto, incluso se sintió debil. No era más que un simple contacto físico y aun así, cada vez que veía a Mina emocionada de sacar una buena nota en su saltando hacia los brazos de Kirishima, a Deku despidiéndose de su madre con un largo y fuerte abrazo, o la las chicas de la clase compartiendo un momento íntimo; un sentimiento nostálgico surgía desde su interior y se manifestaba con un escalofrío en su piel.

Anhelo.

Un sentimiento que venía acompañado del pensamiento pasajero:

«Yo quiero algo como eso» 

Entonces repentinamente se preguntó, ¿cuándo había sido la última vez que alguien lo abrazó?

Probablemente la última persona que lo abrazó fue su madre, cuando tenía 6 años y su orgullo aun se lo permitía. Tampoco podía decir que fuera plenamente su culpa, por mucho que su madre lo amará y viceversa, ninguno de los dos era muy afectivo, sus muestras de cariño se basaban en discusiones, ofensas, golpes y algunas explosiones, lo cual estaba bien para él, pero no era suficiente cuando lo que buscaba era cariño puro y gentil.

Cuando aceptó para sí mismo, que querer un abrazo no era nada malo, decidió obtenerlo. Entonces descubrió que no le tenía suficiente confianza a sus padres para pedirselo directamente.

Su siguiente opción fue Kirishima, una de las pocas personas a las que podía considerar genuinamente un amigo. Sin embargo lo descartó después de meditarlo un poco. No es que fuera malo, sabía con certeza que si le pedía a su amigo un abrazo él aceptaría gustoso, sonreiría emocionado y comenzaría a decirle lo varonil que era por atreverse a pedir algo así. Ese era quizá el problema.

No quería que le dijeran que era algo varonil, o que estaba bien pedir algo de afecto. No quería que trataran de hacerlo sentir mejor o justificarlo como si sintieran que debían hacerlo. No quería que nadie lo mirará, asombrado, como si un quirk de cambio de personalidad lo hubiera golpeado. Sabía que no era algo propio de él, pero aun así no quería que se lo recalcaran.

Su tercera opción fue Deku, e irónicamente, contrario a lo que su yo de secundaria hubiera creído, supo que podía confiar en él, que no preguntaría aun si la curiosidad lo invadía pues lo conocía.

AbrazosWhere stories live. Discover now